El irlandés Liam O’Flaherty (1896-1984) alcanzó la notoriedad literaria con El delator, aparecida en 1925, muy popular gracias a la película rodada por John Ford diez años después, al que daría su primer Oscar.
O’Flaherty brilló a la hora de insuflar vida en el alma putrefacta de nuestro “delator”, un grandullón descerebrado llamado Gypo Nolan, expulsado del IRA, que sin dinero ni lugar para pasar la noche, “venderá” a su amigo y ex compañero de correrías Frankie McPhillip a la policía por veinte libras esterlinas. En el Dublín asfixiante de los bajos fondos, rodeado de suciedad, pistoleros y prostitutas, Gypo se deshace de la pesada carga del remordimiento consumiendo en alcohol y burdeles su botín. Mientras, los miembros de la organización, advertidos por su comportamiento extravagante, se disponen a dar caza al confidente y juzgarle en secreto.
En esta obra retrata una sociedad, la del Dublín posterior a la guerra civil irlandesa (1922-1923), que no le era para nada ajena. Fue educado para ser sacerdote; estudió en la Universidad de Dublín y se unió a los Irish Guards de la Armada Británica para luchar en la Primera Guerra Mundial. Tras ser licenciado por una herida de guerra, recorrió Turquía y Brasil, y a su vuelta, en 1920, colaboró en la fundación del Partido Comunista Irlandés y apoyó al IRA en la guerra civil, defendiendo la independencia de la isla.