Imre Kertész (Budapest, 1929), premio Nobel de literatura 2002 (ver Aceprensa 131/02), dice que el origen de este libro está en unas conversaciones grabadas con su editor, Zoltán Hafner, en los años 2003 y 2004. Basándose en estas conversaciones, decide mantener la estructura de la entrevista y escribir este libro plenamente autobiográfico.
Su interlocutor es una especie de heterónimo que sabe demasiadas cosas sobre la vida de Kertész y que pregunta de manera incisiva, nada complaciente, llevando incluso a veces la contraria a su entrevistado. Kertész se explaya sobre aspectos que ha abordado de otra manera en sus libros más conocidos, en especial en Sin destino, Fiasco y Diario de la galera.
En toda su obra hay una proyección de lo autobiográfico, convertido en ficción novelesca pero que tiene una inmediata conexión con hechos de una vida marcada por la experiencia de Auschwitz y por el peso de los totalitarismos, temas que abordó en su interesante colección de ensayos Un instante de silencio en el paredón.
En este largo diálogo, Kertész habla de los temas que más le preocupan: la relación entre realidad y ficción, las cicatrices del holocausto, su singular experiencia judía, su tímida y etérea religiosidad, la presencia del mal, la obsesión de las dictaduras por aniquilar a los individuos… Estos temas de fondo son abordados bien de manera directa o a través de las referencias a su biografía.
Kertész relata muchos episodios familiares, como la separación de sus padres y los hechos que rodean el argumento de su novela más celebrada, Sin destino, que relata en clave novelesca su deportación, con catorce años, a los campos de exterminio de Auschwitz y Büchenwald. También habla de su ingreso en el partido comunista húngaro y su posterior decepción, de la triste y gris vida en un régimen totalitario, de sus inquietudes literarias, de algunas de las lecturas que más le marcaron (Thomas Mann, Albert Camus, Thomas Bernhard, Platón, Schopenhauer…), su fracasado matrimonio, el tardío éxito literario…
El libro sirve de excelente complemento a su carrera literaria, pues ayuda a profundizar en ese obsesivo, pesimista y agónico yo, que es la materia narrativa de todas sus inquietantes obras.