El zar Alejandro y su general cosaco Platov viajan por Inglaterra. El primero queda impresionado por las curiosidades que le presentan los ingleses, pero Platov insiste en que los rusos no son peores que nadie. Para demostrarlo, lleva a unos armeros de Tula el ingenio microscópico que más ha llamado la atención del monarca. Intentará humillar a los británicos mejorando la proeza.
Esta sencilla historia sirve a Leskov para satirizar sobre el pueblo ruso: patria y fe frente a ciencia e instrucción, capacidad sobrenatural y alcohol frente a civilización occidental. Leskov (1831-1895) gozó de poca fama en vida y fue siempre considerado un disidente de la intelligentsia de la época. Se especializó en las piezas breves y fue admirado más adelante por Chéjov, Gorki, Mann y el crítico Benjamin. La pulga de acero (1881) pasa por ser su mejor obra y adolece gravemente de falta de sustancia. Los efectos sonoros que destacan sus traductores (difíciles de apreciar al vertirlos a otra lengua) y sus característicos neologismos (algo ridículos en castellano) no contribuyen a mejorar la pobre impresión general.