El escritor francés Jean Echenoz (Orange, 1947), autor de Al piano y Me voy, cuenta en su décima novela los últimos años del músico Maurice Ravel (1875-1937). No se trata de una biografía convencional, pues Echenoz se sirve de la ficción biográfica para hacer un retrato literario de los años de apoteosis y decadencia del músico francés.
Sorprende la manera que ha elegido Echenoz para acercarse a su protagonista. Emplea un estilo minimalista y aséptico con el que huye de la hagiografía. Con sutileza muestra las luces y las sombras de una enigmática personalidad que es consciente de su genialidad; en estos años, Ravel “comparte con Stravinsky el papel de músico más apreciado del mundo”, como se advierte en las recepciones que le hacen durante su gira americana, viaje que ocupa la primera parte de esta breve novela. Luego se habla de su dedicación a la música, de sus amigos, de algunos conflictos con otros músicos e intérpretes.
Pero Echenoz no quiere agotar la biografía de Ravel sino solamente mostrar los mínimos detalles e ingredientes necesarios para conocer su carácter. Ravel se nos muestra como una figura en retroceso, solitaria, enferma, egocéntrica, distante. En pocos años se multiplican sus problemas de salud. Incluso muestra una actitud de estar como fuera de este mundo y una ausencia ante su propia música. En los últimos años lucha por mantener su dandismo, pero “vuelve a estar muerto de cansancio”. Echenoz se muestra fiel a los hechos biográficos, pero le interesa más reflejar el estado de ánimo, aquellos aspectos que por su subjetividad son más difíciles de captar en una biografía más ortodoxa.
La novela es original en su estilo y en su manera de acercarse a un personaje histórico. Sin embargo, la levedad argumental -buscada por su autor- impide adentrarse más en la personalidad de Ravel y en su concepción del arte y de la música, aspectos que se dejan de lado en esta novela.
