Este ensayo del escritor libanés Georges Corm es en cierto modo un arsenal de argumentos en favor de la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones de Rodríguez Zapatero, y un grito de alerta hacia lo que el autor considera como una «revancha» histórica de las religiones, supuestamente vencidas en Occidente por la Ilustración y la Revolución Francesa, pero no bien enterradas.
Georges Corm, catedrático de Economía e historiador, traza constantes paralelismos entre los fundamentalismos islámico y judío y el «cristiano de nuevo cuño», especialmente notorio según el autor en la Norteamérica de George W. Bush pero también activo en la Vieja Europa. Hay en el autor, como en cierto modo en muchos teóricos del laicismo, una sorpresa mayúscula, no se sabe si fingida, ante el panorama geopolítico en los albores del siglo XXI y el debate sobre la lucha de civilizaciones y el terrorismo islámico. En los años 70, viene a decir Georges Corm, vivíamos tranquilos a ambos lados del Mediterráneo, con los socialistas laicos reinando en el mundo árabe y los curas obreros en Occidente. De repente, alguien nos ha cambiado el decorado.¿Cómo ha sido ello posible?
No hay en Corm un intento honesto por descubrir el anhelo religioso que palpita en todas las civilizaciones, sino sólo un grito de alerta ante los males que comportará la globalización económica y la aparición de los «extremismos religiosos» de todo cuño.
La edad de oro de la modernidad habría llegado con el Siglo de las Luces, pero, advierte Corm -y con él una legión de agoreros del laicismo de peluca empolvada- «este tiempo abierto, que es el de la libertad y el libre albedrío, es tal vez el que hoy se halla amenazado por el recurso intensivo a lo religioso y el desmoronamiento progresivo de los valores laicos».
El libro del escritor libanés es también un alegato contra la tesis de Samuel Huntington de «choque de civilizaciones», en su defensa de la iniciativa del diálogo, lanzada en su día por el ayatolá iraní Jatamí, y mejor aún la «alianza» propuesta hoy por los jefes de gobierno español y turco, Zapatero y Erdogan. La tesis de Corm consiste en afirmar que no existe una civilización cristiana, o una musulmana, sino más bien civilizaciones basadas en parámetros laicos (una civilización anglosajona, germana, etc.); cuando la religión se inmiscuye, viene a decir, la plataforma de consenso se corrompe y surgen los conflictos internos y externos.
El foco de los conflictos modernos no arranca de la Ilustración o de la Revolución Francesa -como apuntan los «neocon», discípulos modernos de Edmund Burke- sino, insiste el ensayista libanés, de la Inquisición y las guerras de religión europeas. Corm pone en un mismo plano de igualdad a los barbudos islamistas, dispuestos a saltarse por los aires en un mercado de Bagdad, y a los «extremistas cristianos» que se manifiestan ante las clínicas abortistas, y concluye que hoy asistimos más a un «recurrir a la religión» con intereses económicos y de poder profanos que a un «retorno a lo religioso». La receta que propone: más laicismo y más humanismo «universal», aunque cada vez sea más evidente que por ahí no discurren los signos de los tiempos.
Francisco de AndrésACEPRENSA