La pretensión de que la unión entre parejas del mismo sexo se considere matrimonio y de que la ley admita que un niño pueda tener dos padres o dos madres es un debate donde a menudo cuentan más las posturas emocionales que los razonamientos. No pocas veces ni tan siquiera se da lugar al debate, pues cualquier objeción se despacha invocando el fantasma de la discriminación o de la homofobia. Este pequeño libro aborda de modo sintético estas demandas homosexuales sobre el matrimonio y la adopción.
Xavier Lacroix, casado, con tres hijos, decano de la Facultad de Teología de Lyon, donde ha sido también director del Instituto de Ciencias de la Familia, se plantea en el primer capítulo qué sentido tiene el término «homoparentalidad», que hoy intenta popularizarse. Para justificarlo, se dice que no hay diferencia, en cuanto a bienestar o desarrollo, entre los niños educados por parejas homosexuales o por un padre y una madre. Lacroix señala oportunamente los numerosos fallos metodológicos de los estudios que se esgrimen, debilidades que serían inadmisibles en cualquier otro campo. Frente a la suposición de que lo decisivo es que el niño se sienta querido, sin que importe la orientación sexual de la pareja parental, Lacroix subraya la importancia del parentesco carnal, que permite al niño ocupar su sitio en la sucesión de generaciones y sentir que tiene un padre real vuelto hacia una mujer (su madre).
Ante la demanda de reconocimiento que justifica el «matrimonio» homosexual, Lacroix advierte en el segundo capítulo que «no se trata de gestionar afectos, sino de reconocer e instituir las estructuras fundadoras de lo humano». Un matrimonio que no incluye la alianza entre un hombre y una mujer, ni la generación, no es más que una figura sin sustancia.
En un tercer capítulo más sistemático Lacroix va respondiendo a algunos argumentos habituales a favor de la adopción homosexual. Sus respuestas se caracterizan por poner por delante el interés del niño respecto al de los adultos.
Lacroix se esfuerza por aportar claridad en un campo donde hoy quiere imponerse la confusión de géneros. Su argumentación privilegia el enfoque antropológico y hace ver que los términos «paternidad», «maternidad» o «matrimonio» no son maleables a voluntad. Al tratarse de una recopilación de tres artículos, se advierten algunas repeticiones.
Ignacio Aréchaga