Anagrama. Barcelona (2007). 166 págs. 15 €. Traducción: Sergi Pàmies.
La última novela de esta escritora belga no defrauda. Quien disfrutó de «Estupor y temblores» (ver Aceprensa 146/00), «Cosmética del enemigo» (ver Aceprensa 70/03) o «El sabotaje amoroso» (ver Aceprensa 70/03), reconocerá aquí también su estilo cortante, su habilidad para sacar partido a las situaciones límite, su soterrado sentido del humor en medio de la tragedia.
«Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó. Tuvieron que convertirlo en espectáculo». Así arranca esta pesadilla: un buen día, se producen redadas al azar en diversos lugares y a los detenidos se les amontona en vagones de ganado. Es la preparación de un nuevo programa de televisión, digno heredero de «Gran Hermano».
Bajo el escueto título de «Concentración», se trata de reproducir el ambiente de los campos nazis de prisioneros y filmar el sufrimiento de sus perplejos ocupantes, sin que estos sepan nada del desarrollo del programa.
Los medios de comunicación enseguida ponen el grito en el cielo, creando un debate de proporciones gigantescas acerca de la moralidad del programa. Alimentan así la curiosidad morbosa del público, logrando que los índices de audiencia suban sin parar.
En medio de este sinsentido, Amélie Nothomb centra su atención en dos jóvenes personajes del campo: Zdena, una chica medio lela es elegida como kapo, mientras que Pannonique será la bella heroína sufriente, que soporta con estoicismo toda clase de vejaciones y se convierte pronto en punto de referencia del público y de parte de sus compañeros de infortunio.
El programa televisivo combina la crueldad (todos los días dos prisioneros son conducidos a la muerte) con el sentimentalismo, provocando esa extraña mezcla de repulsión y atracción que hace las delicias del público.
Entre las reflexiones de la íntegra protagonista, Pannonique, se encuentra ésta tan obvia como olvidada: el culpable es el público, no la clase política ni los organizadores del programa.
El ácido sulfúrico es uno de los componentes de los cócteles Molotov, y como bomba de mano actúa la novela: un golpe a la esencia de los programas espectáculo, que cultivan el morbo del espectador por inmiscuirse en intimidades ajenas hasta el punto de sufrir y gozar en medio de la abyección.
Pedro de MiguelACEPRENSA