Cultura. El patrimonio común de los europeos

TÍTULO ORIGINALThe Culture of the Europeans. From 1.800 to the Present

GÉNERO

Crítica. Barcelona (2006). 1.700 págs. 49 €. Traducción: Beatriz Eguibar, Ferrán Esteve, Tomás Fernández Aúz y Antonio-Prometeo Moya.

Donald Sassoon es profesor de Historia Europea Comparativa en la Universidad de Londres. Ha escrito algunas otras obras historiográficas, siempre de tipo compilativo y pretensiones holísticas: todo apunta a que se trata de un «especialista de lo general», un historiador sin crítico dentro.

El libro que nos ocupa no es una historia de la cultura, sino una historia de la producción cultural, de la cultura como negocio y como actividad profesional, e historia de la cultura americana como continuación de la europea y colonizadora de ésta. Sassoon es perfecto para informar de cómo se han creado y distribuido los bienes culturales (literatura, música, teatro, cine, prensa, editoriales, radio, televisión, Internet) consumidos en Europa y América durante los últimos doscientos años; pero sus parámetros epistemológicos son puramente socioeconómicos, y al soslayar la historia de las ideas, se diluye la posibilidad de conocer las causas últimas de lo que significa la modernidad en Occidente desde sus niveles más profundos: el «Zeitgeist», los estados de conciencia colectivos del mundo moderno en contraposición al antiguo, al medieval o al renacentista, por ejemplo. Esto es lo que diferencia a Donald Sassoon de un Paul Hazard.

La monumental obra de Sassoon consta de cinco partes, que responden a otras tantas etapas evolutivas identificadas certeramente por el autor para una historia de la industria cultural en la Edad Contemporánea. La primera (1800-1830) analiza las condiciones previas socioeconómicas necesarias para la conversión de la cultura en industria de consumo generalizada; la segunda (1830-1880) se centra en el triunfo de la cultura burguesa, es decir, en la institución del capitalismo como marco adecuado del consumo cultural; la tercera (1880-1920) estudia el fenómeno del mercado de masas, deteniéndose en la revolución que supuso la invención del gramófono y del cinematógrafo; en la cuarta (1920-1960), el autor expone las consecuencias de las relaciones entre Estado y cultura en la época tanto de los totalitarismos como del capitalismo triunfante: por último, la quinta parte, que abarca hasta nuestros días, muestra un mundo donde el consumo y la producción de cultura se han convertido en la actividad principal de los occidentales.

En «Cultura» concurre «una inmensa constelación de autores, editores y lectores, espectadores y ‘prime donne’, audiencias y estrellas, donde brillan a la par Rossini y el ‘hip hop’, Falla y los Beatles, Zola y Tintín, Brecht y Dario Fo, ‘Los miserables’ y ‘Harry Potter'». Evidentemente, la editorial ha pergeñado esta glosa pensando que publicitaba el atractivo del libro; para un verdadero elogio, a la frase le sobra la locución «a la par». He aquí el principal reparo que cabe poner a «Cultura»: su ambición temática conlleva la dejación de la tarea de seleccionar lo relevante, descubrir los móviles espirituales del hombre moderno, valorar estéticamente: opinar. Es justo señalar, asimismo, que confeccionar un análisis tan completo de la industria cultural en Occidente no deja de tener una utilidad didáctica absolutamente excepcional.

«Cultura» tiene todo valor de una obra de consulta muy completa, plagada de anécdotas y datos expuestos con amenidad y en la que, con las reservas ya señaladas, no falta ningún nombre relevante del mercado cultural en el Occidente moderno. Pero adolece de un mal genérico muy propio del academicismo posmoderno y que no cura la ambición, sino la capacidad: sustituir la difícil tarea del juicio y la interpretación por el acopio ingente de datos empíricos bajo un único parámetro selectivo: el volumen de mercado.

Jorge Bustos Táuler

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