1980, suroeste de Texas. Llewelyn Moss, un joven veterano de Vietnam, está intentando cazar un antílope cerca del Río Grande y encuentra varios hombres muertos junto a un cargamento de droga y varios millones de dólares. Aunque sabe lo que le aguarda, coge el dinero y huye pensando que podrá manejar la situación. Al principio es perseguido por Anton Chigurh, un psicópata que nunca deja testigos, y por el veterano sheriff Bell, un hombre bueno que desea llegar antes a Moss y evitar lo inevitable. Luego entra en escena Wells, un antiguo jefe de operaciones especiales al servicio de un poderoso cartel de la droga.
La narración coge altura y ritmo rapidísimamente, aunque cada escena está narrada con calma. Los personajes de Moss, Chigurh y Bell acaban perfilados casi por completo, no así los demás, algunos bien apuntados pero esquemáticos. Los diálogos lacónicos, sin las marcas tipográficas que orientan con claridad sobre quien dice qué, tienen la fuerza y sonoridad que cualquier lector de McCarthy aprecia. La violencia estalla siempre cada vez que Chigurh entra en acción; algunas de sus acciones brutales y repulsivas, descritas con la precisión característica del autor, podrían haberse omitido sin perjuicio de la claridad narrativa.
Según avanza la historia son más los capítulos reflexivos a cargo del sheriff Bell. En ellos desgrana sucesos de su pasado en la segunda Guerra Mundial y de su trabajo como sheriff tantos años; habla mucho de la suerte que ha tenido casándose con su mujer y formula interesantes reflexiones sobre la vida y el comportamiento de la gente, aunque sean muy del tipo «a dónde vamos a ir a parar como esto siga así». Esos acentos lastran el efecto de todos esos comentarios, con frecuencia más que sensatos. Por otra parte, ha de decirse que optar por un protagonista como el sheriff Bell, que se pasa la historia «persiguiendo la persecución» pero llegando tarde a todos los sitios, pondrá de los nervios a más de uno.
Novela que no satisfará ni a los seguidores del autor ni a los entusiastas de los thriller. Los primeros echarán de menos la potencia temática y descriptiva de otras obras del autor, en mi caso la de la Trilogía de la Frontera. Los segundos se verán decepcionados e incluso irritados por las peculiares elecciones de McCarthy que, después de una mitad espectacularmente rápida e intensa, omite las escenas de acción que cualquiera esperaría.
Quizá McCarthy lo ha hecho así sólo para dejar claro lo fácil que sería para él escribir un thriller mejor que cualquier otro.