Las aventuras de Wesley Jackson

TÍTULO ORIGINALThe Adventures of Wesley Jackson

GÉNERO

Acantilado. Barcelona (2006). 390 págs. 21 €. Traducción: J. Martín Lloret.

Saroyan tuvo una breve experiencia bélica durante la Segunda Guerra Mundial, al caer pronto herido, pero recibió el encargo del ejército de Estados Unidos de escribir una novela sobre la presencia americana en Europa durante la contienda. El resultado es esta obra, publicada en 1946, que no gustó. Las últimas frases del libro resumen muy bien lo que opinaba Saroyan sobre las guerras: «El mundo es demasiado dulce para matar. Respirar sienta demasiado bien y ver es demasiado maravilloso. Los seres humanos no deben matarse. Deben esperar a que Dios se los lleve cuando llegue su hora».

Quizá entonces, con la euforia de los ganadores por la caída del nazismo y del imperialismo nipón, pareció demasiado atrevido lo narrado por Saroyan. Sin embargo, me parece que el paso del tiempo juega a favor de esta obra y de los puntos de vista de su autor, para quien la única solución es el amor, como repite en bastantes pasajes de la novela, con persuasiva belleza.

Wesley Jackson es uno de tantos jóvenes movilizados para participar en la guerra. En capítulos breves -el arranque de la novela es magnífico-, con cierto tono picaresco, va contando lo que les pasa a él y a otros soldados, primero en cuarteles de adiestramiento en Estados Unidos, después en Londres y en Francia.

No hay ninguna visión idílica, pero tampoco amarga. Jackson apenas ha madurado y se encuentra en una situación realmente comprometida, hay en su conducta una mezcla de ingenuidad y de cierto cinismo, porque no entiende la situación en la que se encuentra ni que los hombres se maten unos a otros. Por esto, lo mejor de la novela es la amistad entre un grupo de jóvenes movilizados, que comparten penas y alegrías, y el descubrimiento del amor -fiel y comprometido- por parte de Wesley, después de algunas escaramuzas ocasionales. El enamoramiento, los inicios de la vida conyugal, la espera del primer hijo, la separación motivada por la guerra están narrados con convincente vigor sin caer en sentimentalismos.

La novela está escrita con frescura y buen ritmo, no falta el humor ni en general un sentido optimista de la existencia, a pesar de las circunstancias difíciles en las que los protagonistas se mueven. Además -es un rasgo de las mejores obras de Saroyan (ver Aceprensa 58/05)-, hay una enorme capacidad para comprender, para descubrir lo bueno de las personas, por encima de sus defectos o de sus debilidades, como se muestra en las relaciones de Wesley con su padre, por poner un ejemplo.

Luis Ramoneda

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