Martínez Roca. Madrid (2006). 284 págs. 16 €.
Mónica Cavallé muestra lo que entiende por filosofía en su sentido primigenio de sabiduría. Para ello comienza por exponer su concepto de sabiduría contrastándolo con la filosofía academicista.
Tras esa primera parte, Cavallé explica el Tao como el fundamento de la sabiduría. Buena conocedora de las religiones orientales -también explica aspectos del budismo- las muestra con gran atractivo, como su propia creencia y de un modo que conecta con las necesidades profundas del ser humano. Por otra parte, esas espiritualidades taoístas se fundamentan en sí mismas, como una espiral que gira en torno a sí. Sus carencias y limitaciones son bien conocidas. Para sustentar sus ideas, la autora utiliza, además, algunos aspectos del estoicismo, los presocráticos, Nietzsche y Kierkegaard. Por otra parte, Cavallé jamás alude a la persona, ni a su naturaleza, ni a otros muchos logros de la filosofia occidental. Quizá su argumentación es más endeble en estas omisiones. También muestra gran aversión a lo que llama cristianismo oficial, y al compromiso con una creencia.
El libro pretende ser práctico y no cae en consejos de autoayuda: es exigente. Junto a eso, la autora tiene especial empeño en demoler la filosofía hecha por profesionales. Junto a afirmaciones verdaderas y atinadas, Cavallé insiste en críticas y reproches que son resultado de una interpretación superficial, sesgada, e incluso de cierto desconocimiento.
Patricia Morodo