Pre-Textos. Valencia (2005). 70 págs. 11 €.
Paso a paso y con discreción, Carlos Pujol (Barcelona, 1936) ha ido elaborando una notable obra narrativa y poética, al margen de grupos más o menos consolidados, acorde con su rigurosa tarea como crítico. En su último poemario, pasado, presente y futuro se armonizan a través de los paisajes y de la historia de la región del suroeste de Alemania, de gran belleza natural, que da nombre al libro. La primera parte -«Un otoño de Suabia»- es el descubrimiento de la zona por parte del poeta venido de tierras mediterráneas. Un presente que deslumbra e interroga y que lo introduce en la historia del lugar y en sus costumbres. En unos poemas, destaca el lirismo del paisaje (la luz, los bosques ); en otros, hay referencias a los acontecimientos del momento (la boda que ha motivado el viaje), y a lo que el poeta observa, con moderada ironía, a veces. Para otros poemas, toma pie de personajes o de acontecimientos históricos (Brahms, Hölderlin, Roldán, el arte barroco ).
En la segunda parte -«El Poeta»-, el autor trata de adentrarse en la personalidad de Eduard Mörike, poeta romántico que vivió en Suabia durante algunos años, y de evocar su interioridad: sus sentimientos, sus meditaciones sobre lo divino y lo humano, sus dudas o sus convicciones poéticas: «La poesía no salva. / Nos lleva de la mano hasta imposibles / que hablando de la luz dejan a oscuras». La turbación del poeta ante los misterios de la belleza, del dolor, del gozo, de la fugacidad de la vida o del amor, está bien expresada en los poemas, y se resume en el último verso: «Yo soy de poco hablar, por eso escribo».
El libro se cierra con una mirada al futuro en la tercera parte -«Matthias»-, cuando el poeta da voz a un niño, a un nieto, en unos poemas de ternura casi irónica: un niño que observa a los mayores con peculiar lucidez mitad germánica y mitad latina. Emoción y reflexión es el resultado de «Versos de Suabia», uno de los mejores poemarios de Carlos Pujol.
Luis Ramoneda