Maeva. Madrid (2006). 294 págs. 18 €. Traducción: Alejandro Pareja.
El escritor Frank McCourt (Nueva York, 1939) le sigue sacando partido al relato de su vida. Con «Las cenizas de Ángela» (ver Aceprensa 180/97), premio Pulitzer, vendió más de veinte millones de ejemplares en todo el mundo. A continuación vino «Lo es» (ver Aceprensa 172/99). Ahora, con «El profesor», recuerda sus más de treinta años dedicados a la docencia en Nueva York.
En los dos primeros libros, a la narración puramente biográfica había que sumar el añadido de las continuas descalificaciones que su autor vertía contra la Iglesia católica. Esta vez no ha sido así. De vez en cuando, vuelve a recordar su desgraciada infancia, pero el centro de este nuevo libro de memorias son las ocupaciones normales y corrientes de cualquier profesor de enseñanzas medias.
McCourt cuenta cómo fueron sus inicios y las artimañas que tuvo que emplear para conseguir ganarse la atención de unos alumnos que no tenían el más mínimo interés por la lengua y la literatura. Recuerda numerosas anécdotas relacionadas con sus alumnos, el trato con los padres, los típicos problemas estudiantiles y con el resto de profesores… Aunque no se trata de un libro muy profundo, sus peripecias pueden servir como un merecido homenaje a los profesores que, como el propio McCourt, han desempeñado su trabajo docente en unas condiciones difíciles. Su biografía le sirve de argumento para las historias que cuenta con objeto de atraer la atención de sus alumnos. «En vez de enseñar -dice-, les conté historias», aunque más adelante reconoce que contar historias es también otra manera de enseñar y de aprender.
Adolfo Torrecilla