Fundación Emmanuel Mounier. Salamanca (2006). 177 págs. 12 €.
Este ensayo acerca de la figura de Jacques Maritain (1882-1993) devuelve a la obra del intelectual galo y humanista cristiano el espacio que se le debe en el panorama cultural español. Algo, hasta ahora, pendiente, debido a complejos motivos histórico-políticos, que se nos presentan ya en unas líneas iniciales no exentas de emoción.
Se trata de una sólida introducción al pensamiento de Maritain, enmarcada en su vida. Es un libro muy bien escrito, claro y conciso en su estilo de expresión, así como en las claves de exposición elegidas. Aunque los conceptos desglosados resultan de gran contenido, facilita su lectura la fuerte carga personal, que se halla presente en estas páginas.
Nos introduce, con fidelidad e interés, en el conjunto del pensamiento de Maritain, y ayuda adoptar un juicio personal. Pero esto lo hace mediante una lectura verdaderamente original de este autor, según una clave de comprensión hasta ahora en gran parte inédita, entre nosotros. Según ésta, Maritain no sería ni un tomista a machamartillo, ni un personalista descafeinado. Más bien, de acuerdo a la fórmula acuñada por Burgos, el suyo fue «un tomismo creativo», que se esforzó en conjugar ambos aspectos.
Fue un pensador en sincera búsqueda de la verdad, fiel a su confesión católica, comprometido vitalmente con su tiempo, y que indagó acerca de una extensa variedad de temas: el hombre y su dignidad, el cristianismo y la historia, el pensamiento político y la democracia, o incluso el conocimiento moral y el estético. Su vigorosa vocación de filósofo cristiano, animó todo su discurrir vital, en el que desempeñó un relevante papel su esposa, Raïssa, y llevó a Maritain a tomar parte en muchas de las disputas intelectuales más sonoras de su época.
Burgos no deja de examinar lo más acertado y, también, las debilidades principales de este pensador. Frente a su valentía y rigor, se recoge el dualismo de su visión del hombre, o su oposición excesiva a lo conceptual en ciertos campos. Pero en el haber de Maritain se suman hallazgos excelentes, premonitorios para nuestro tiempo, como el del papel de los laicos, su estima prudente de los progresos históricos en relación con la libertad, o algunas de sus mejores acotaciones sobre el bien común y la autonomía de lo temporal. Este lúcido y ponderado ensayo convoca, al cabo, a un encuentro directo con Maritain. Al hacerlo, manifiesta esa «primacía de la persona», a la que en el fondo obedece su enfoque. Esta clave personalista explica la interpretación de Maritain, aquí propuesta. Concuerda con la enseñanza más fructífera del filósofo: la armonía existente entre sus ideas y su vida, la unidad de su pensar y de su ser, una coherencia que este libro reconoce.
Javier Barraca