Caro Raggio. Madrid (2006). 352 págs. 21 €.
Presentada ahora como novela inédita, ya se tenían noticias de «Miserias de la guerra» desde hace más de cincuenta años. Baroja la presentó a censura en 1951, pero no pasó el corte: fueron tantos los párrafos tachados que el escritor vasco decidió guardarla en un cajón.
La novela, estructurada al estilo folletinesco, narra múltiples episodios de la Guerra Civil española desde el prisma de un diplomático inglés que permanece en Madrid durante buena parte de la contienda. Aunque Baroja no vivió personalmente los hechos que se narran, estaba habitualmente bien informado desde su exilio parisino, donde recogía historias y rumores de los viajeros que recalaban en la capital francesa. No hay demasiada exactitud en fechas y matices, pero el propósito del escritor queda cumplido: denunciar la barbarie de una guerra en la que no hay líderes y sí demasiada brutalidad y bajos instintos. Sus diatribas alcanzan a todos y se comprende que la censura franquista se viera obligada a empuñar la tijera con profusión.
Sobre el valor literario de esta novela inédita no hay más remedio que resaltar su mediocridad dentro de la obra barojiana. Aunque hay destellos de genio, prima la confusión, la narración plana, la profusión de lugares comunes, el bajo pulso dramático al narrar sucesos de hondo dramatismo. Un Baroja crepuscular, ya anciano, que no acierta a escribir una novela convincente y que se pierde en una narración discontinua, a ramalazos, de aquella locura colectiva.
El valioso estudio de Miguel Sánchez Ostiz que acompaña al texto aporta algunas claves para entender su proceso de composición y el fondo autobiográfico que late en estas páginas terribles pero fallidas.
Pedro de Miguel