Palabra. Madrid (2005). 176 págs. 19 €. Traducción: José García.
Los apuntes íntimos de la princesa Filippa Sayn-Wittgenstein, perteneciente a una importante familia de la nobleza alemana, han alcanzado un éxito editorial inesperado dos años después de su muerte. La joven de 21 años murió en accidente de tráfico en septiembre de 2001, apenas tres meses después de su boda.
Filippa, cuarta de siete hermanos, era una chica guapa, llena de vitalidad e inquietudes, y disfrutaba con las mismas cosas que la gente de su edad. Hablaba fluidamente varios idiomas, le encantaba salir, leer, viajar… En el momento del accidente, trabajaba en Inglaterra como ayudante de un conocido fotógrafo italiano.
Educada en un entorno familiar privilegiado, a Filippa no le faltaba de nada. Su padre, Alexander Sayn-Wittgenstein -ex banquero de inversiones dedicado a administrar el patrimonio familiar-, cree que esta circunstancia puede llevar «a que la gente contemple a Filippa como si fuera una princesa cualquiera». Pero Filippa, afirman sus padres, tenía un mensaje concreto: destacar el valor de la institución familiar.
Pese a que de los monólogos íntimos de la princesa se desprende un fuerte amor por la vida, sorprenden sus deliberaciones sobre su «viaje a casa», como si intuyera que iba a morir joven. Sus reflexiones sobre la muerte son serenas, y están salpicadas con palabras de afecto para sus familiares y amigos.
Gran parte de los diarios se leen como la vida de cualquier adolescente de su tiempo, que tiene la cabeza puesta en este chico o aquel otro, en los exámenes del colegio, el carnet de conducir o los planes del fin de semana. Sin embargo, los comentarios de Filippa alcanzan una profundidad impropia de la gente de su edad al hablar sobre temas como el amor o la fe.
En sus diarios aparecen también algunas dudas que le atormentan: «Tal vez sea por lo apático, por la falta de amor en la Iglesia de nuestro país. ¡¡Las misas me aburren, estoy desconcentrada y tengo mala conciencia!! A nuestra Iglesia le falta lo profundo, lo superior. Tomemos como ejemplo las misas ortodoxas en Grecia. Ahí uno se ve superado, cree sin tener dudas y se reverencia».
Filippa escribe la última página de sus diarios con 19 años, el 29 de marzo de 2000, el día en que concreta su futura boda. «Me he prometido -escribe- y me casaré con Vittorio el próximo verano. (…) Es lo mejor que me podría haber pasado». La última frase del libro, una cita de San Agustín escrita en italiano, se lee como una conclusión, como un mensaje final: «Ama e fai quel che vuoi» («Ama y haz lo que quieras»).
Vicente Poveda