La publicación de este ensayo en 2003 provocó un gran debate en los ambientes intelectuales y políticos franceses, y dio origen a otras obras que prolongaron la discusión. Nicolas Baverez es un discípulo de Raymond Aron, autor de ensayos en el campo del análisis económico y social. Su diagnóstico ha resultado acertado. La revuelta urbana que en las últimas semanas ha estallado en Francia es una consecuencia palpable del declive francés.
A juicio de Baverez, la política francesa es inmovilista: la clase dirigente no tiene un proyecto definido y sigue manteniendo un modelo intervencionista caduco e ineficaz. Todo ello ha provocado la ruptura entre el país legal y el real, tal y como se comprueba en los elevados índices de abstención (el 40% en las elecciones del 2002) y en la decantación extremista del voto (un 35% en las mismas elecciones)
En el terreno económico, el aumento de la deuda pública es preocupante; la ley de las 35 horas no ha resultado un medio adecuado para combatir el paro, que afecta de manera principal a jóvenes e inmigrantes; el gasto público se destina principalmente a pagar al funcionariado, uno de los más numerosos del mundo. En lo político, la burocracia y el anquilosamiento de las instituciones, también judiciales, impide un programa reformista.
Entre otras cosas, con una mala política interior se resienten también las relaciones exteriores. Y el resultado es el contrario al que se perseguía: a la larga, se beneficia el unilateralismo norteamericano. Más importante, según el autor, es el clima popular. El descontento de la calle se traduce en desconfianza hacia la clase política y provoca el aumento de la violencia. Esto último se acentúa con una mala política de inmigración.
En estas 120 páginas se radiografía la política, la economía y la sociedad francesas. Baverez mantiene que Francia es víctima del Estado francés, por lo que hay que encontrar un modelo alternativo al estatalista. Como otros países -Baverez pone los ejemplos de Alemania y de España-, Francia debe adaptarse a los cambios de una manera radical: globalización, apertura de los mercados, integración europea, flexibilización de la economía. Sólo siendo conscientes del agotamiento del modelo francés se puede salir de la situación.
El libro, sin embargo, no se queda en la simple enunciación de los problemas. Baverez propone la modernización en todos los órdenes. Francia cuenta con un gran potencial y puede volver a situarse a la cabeza de los países avanzados. La solución, en cualquier caso, depende del grado de compromiso de los políticos. La reforma de las instituciones y la racionalización de la economía pueden, en opinión del autor, volver a otorgar legitimidad a una clase política que ha perdido la confianza de los ciudadanos.