Península. Barcelona (2005). 204 págs. 16 €.
Descatalogado hace tiempo, se recupera el primer libro de Rafael Sánchez Mazas, publicado en 1915, cuando el autor contaba con apenas veintiún años. Habrían de transcurrir treinta y seis hasta la publicación de «La vida nueva de Pedrito de Andía», su novela más conocida.
El mundo de Tarín, primero niño y luego adolescente y joven, ya no es el nuestro. Pero conserva una frescura sobresaliente, a pesar del cambio de mentalidad y de costumbres. Porque Sánchez Mazas, desdoblándose en comentarista y autor de este diario, sabe guardar el equilibrio entre la ñoñería y la extravagancia. La ingenuidad que poseen todos los diarios infantiles y adolescentes está aquí tamizada por la rica imaginación de Tarín y, paradójicamente, por su aplastante naturalidad. El magnífico escritor que es Sánchez Mazas demuestra ya en estas pequeñas memorias una madurez sorprendente, retratando la vida de alguien que no es mejor ni peor que los demás. Si hubiera escrito la historia ejemplar de un héroe, el paso del tiempo habría engullido este diario de trazos torpes.
Cuenta Tarín su breve paso por un internado, los primeros amigos, el primer amor, con un romanticismo que nos hará sonreír. Ya están presentes aquí algunos de los temas recurrentes del autor: el enamoramiento precoz, la búsqueda de buenos maestros, el gusto por las historias fabulosas, una religiosidad muy normal, un aire de caballerosidad que recuerda a los tiempos del Renacimiento… Como Pedrito de Andía, también Tarín se siente atraído por la cultura clásica y también como él deja volar la imaginación más allá de lo razonable… Son los años, nos dice el autor, de la locura, y estas memorias sólo se cerrarán, como el «Quijote», con la llegada de la cordura, provocada en este caso por el acceso a la edad adulta.
Pedro de Miguel