José María Barrio reúne en este libro ocho ensayos sobre el debate -muy vivo en algunos países- en torno a la coeducación y la educación diferenciada por sexos. El punto de partida de la recopilación es que los objetivos iniciales de la escuela mixta -la superación de los estereotipos sexistas, básicamente- no se han cumplido, a pesar de que el modelo coeducativo está más que consolidado. Cada uno de los autores de estos ocho trabajos lo pone de manifiesto desde la perspectiva de su especialidad: pedagogía experimental, psicología diferencial, jurídica, psicopedagogía, antropología, etc.
Algunos trabajos recogen los resultados de estudios sobre rendimiento escolar y desarrollo personal en ambos tipos de escuela. El editor advierte de que «no hay evidencias suficientes para decidir por uno u otro modelo en forma completamente alternativa o excluyente», pero que hay «abundantes indicios de que el dogmatismo coeducativo actual -así como lo contrario en su momento- carece enteramente de base pedagógica».
Desde el lado de la pedagogía experimental, Ingbert von Martial aporta argumentos, tanto de partidarios como de oponentes de la coeducación, y datos empíricos de los estudios alemanes más relevantes sobre la influencia de las diferencias entre chicos y chicas en la formación escolar. El autor concluye que desde la perspectiva de las ciencias de la educación sólo se puede recomendar la mayor liberalidad posible, para que se pueda elegir entre la coeducación y la escuela separada, según lo que favorezca en cada caso a los alumnos.
Los profesores José Antonio Alcázar y José Luis Martos exponen las conclusiones más destacadas de la investigación sobre la diversidad de sexos, especialmente en lo afectivo, y las ventajas de la escuela diferenciada para formar a la persona según su propia identidad. También concluyen con una llamada a enriquecer la oferta educativa con la enseñanza diferenciada, incluida la red pública.
Desde el punto de vista jurídico, Rosemary C. Salomone explica la batalla legal que se ha librado en los últimos años en EE.UU. a favor de las «single-sex schools», analizando lo que jurídicamente significa «discriminar». José Luis Martínez López-Muñiz, catedrático de Derecho Administrativo, muestra que no hay nada en la legislación española que impida que las escuelas privadas -también las concertadas- opten por ofrecer a los padres la enseñanza diferenciada.
La profesora estadounidense Christina Hoff Sommers y la pedagoga alemana Christa Meves aportan observaciones acerca de los procesos de aprendizaje diferenciado y sobre pautas de comportamiento en las aulas. Ambas autoras advierten que la creciente feminización del profesorado y la presión socioeducativa de sospecha contra lo masculino, hace que ahora sean los varones el sexo más vulnerable en las aulas mixtas.
La profesora María Calvo Charro reúne las conclusiones de los trabajos precedentes sobre las ventajas de la educación diferenciada y la necesidad de un desarrollo jurídico sin dogmatismos. José María Barrio cierra el libro con un trabajo sobre «La educación sexual en contextos coeducativos», desde una perspectiva ética y antropológica.
En conjunto, este libro pone a disposición del lector en lengua castellana una serie de trabajos relevantes que ponen de manifiesto que la educación diferenciada es una opción razonable.
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Ver también «Por qué los chicos y las chicas no aprenden igual».