Bloomsbury. Londres (2005). 607 págs. 16,99 £.
Absorbente como los libros anteriores pero claramente inferior a ellos. Como se despliega el argumento con claridad, los lectores de la saga se verán arrastrados por el deseo de saber cómo se resolverá todo. Pero esta vez no hay sorpresas: no hay un personaje nuevo realmente dominante, la novela se pasa en un ir y venir por los pasillos de Hogwarts, abundan en exceso las conversaciones explicativas, se repiten recursos de relatos anteriores.
El nuevo curso académico comienza con sensación de gran amenaza sobre Hogwarts. Llega un profesor de Pociones que había tenido a Voldemort como alumno en el pasado, y cuyo favorito ahora es Harry. Entre otras cosas, esto se debe a que, casualmente, Harry usa en su asignatura un libro de texto que perteneció a un antiguo alumno que firmaba como «El príncipe mestizo», en el cual hay al margen anotaciones muy útiles. Dumbledore tiene muchas conversaciones con Harry y en ellas le va dando a conocer el pasado de Voldemort. Harry está obsesionado con que Draco Malfoy y el profesor Snape conspiran a favor de Voldemort, aunque tanto Dumbledore como sus amigos creen que se trata solo de una obsesión. Como nuevo capitán de su equipo de «quidditch», Harry debe hacer frente a otras responsabilidades. Se producen vaivenes en la relación entre Ron y Hermione mientras que Harry es muy torpe para iniciar su noviazgo con Ginny. Al fin, Dumbledore pide a Harry que le acompañe fuera de Hogwarts en una peligrosa misión.
Rowling comienza su libro con un capítulo en el que se apunta que habrá una relación más estrecha entre los mundos de los muggles y los magos…, pero tal cosa no se vuelve a mencionar. Hay personajes como Neville o como Luna, que parecían destinados a ganar terreno…, pero que tienen unos papeles realmente mínimos. Algunas escenas de clase y las visitas de Harry a Dumbledore son repetitivas y muchas descripciones son un tanto planas. Tampoco es novedoso cómo se subraya la importancia del apoyo que para Harry supone la lealtad de Ron y Hermione y el mensaje, ya conocido, de que la fuerza de Harry contra Voldemort está en el amor de sus padres.
En definitiva, aunque Rowling demuestra talento a la hora de manejar los muchos hilos de su relato con destreza narrativa, y por tanto es capaz de comunicar tensión a su historia, todo parece indicar que no ha trabajado tanto este libro como los anteriores. Podemos suponer que quizá lo haya hecho por su inevitable carácter de libro de transición y seguramente porque prefiere guardarse lo mejor para el último…
Luis Daniel González