El Acantilado. Barcelona (2005). 283 págs. 18 €. Traducción: Roberto Bravo de la Varga.
Los protagonistas de estas siete narraciones viven cada uno un suceso especial que les hará cambiar algo importante en su vida: una chica se pone literalmente en manos de un actor al que adora pero éste no se aprovecha de ella; una mujer regala de pronto un amor por el que suele cobrar; un gentleman se salta sus códigos de conducta en una noche de loca atmósfera kafkiana; un estudiante desesperado cuida con generosidad a una niña enferma… A partir de ahí lo que parecía estancado (casi siempre la capacidad de conectar con los demás) revive y la existencia cobra otro sentido. Frente al tono negativo de otras colecciones del autor (véase «Amok», donde todas las historias rondaban turbadoramente el suicidio), en éstas rige un espíritu positivo, que enseña que todo está siempre en nuestras manos y que si no cambiamos lo que va mal, es a menudo por abandono, por falta de energía y determinación.
En Zweig hay una evidente y reconocible unidad de tema y de estilo que permite volver siempre sobre él con agrado y provecho. Le interesa el análisis del psiquismo humano y quiere que se le entienda. Huye de la retórica narrativa alemana que tiende a un subido tono lírico, al estilo ampuloso, sentimental y aburrido. Sus frases, en cambio, explican con claridad lo que dicen y nunca entorpecen el avance del asunto, su estilo es preciso y al servicio de la claridad. El lector sabe más en cada párrafo. Suele decir además cosas iluminadoras sobre el espíritu humano, así que a su (aparente) facilidad une la posibilidad de ilustrar.
Javier Cercas Rueda