Paulino Castells, prestigioso psiquiatra experto en temas de familia, tiene a sus espaldas una nutrida obra sobre las relaciones de pareja, la comunicación familiar y los problemas de los adolescentes y los niños. En su libro anterior, En pareja, que conserva toda su actualidad, daba algunas claves para afianzar la convivencia matrimonial e individuar los malos hábitos que pueden ponerla en riesgo. En Separarse bien acude también a su experiencia profesional para procurar una «reducción de daños» cuando la decisión de romper está tomada.
El autor propone indicaciones prácticas para afrontar la ruptura de la manera más civilizada posible y sugiere medidas para los ajustes vitales necesarios tras la separación. El psiquiatra catalán describe con realismo la «vorágine conflictiva» en la que se meten los esposos al separarse. Además, desmiente el tópico de que con la separación o el divorcio terminan los problemas matrimoniales (a los que, por cierto, se añadirán luego los patrimoniales). Las reflexiones del autor aparecen convenientemente ilustradas con multitud de anécdotas y relatos cosechados en sus horas de consulta.
El proceso de ruptura de una relación familiar involucra inevitablemente a terceros. En este sentido, Castells estudia en dos capítulos el fuerte impacto de la separación en los hijos y propone unas líneas de acción concretas para mitigarlo. Asimismo reivindica el protagonismo de los abuelos –los «eternos ignorados» en los procesos de separación– y de otras personas cercanas a los niños, para que ayuden a la familia fracturada con serenidad y cierta dosis de optimismo.
Como buena parte de los divorciados vuelven a casarse, Castells da también algunos consejos sobre el funcionamiento de estas familias reconstituidas. No oculta los problemas: las estadísticas dicen que las segundas uniones se rompen más que las primeras, y no pocas veces por las reiteradas discusiones sobre los hijos e hijastros en este tipo de familias. Castells confiesa que, como psiquiatra, «disfruta ayudando a reconstituir familias troceadas». Quizá por asumir este reto profesional puede dar a veces la impresión de que un nuevo matrimonio es la mejor solución. Pero también podría prestar una atención similar a los separados que, por convicciones personales o por situación vital, no buscan un nuevo matrimonio y tienen que sacar la familia adelante en esas condiciones. En cualquier caso, sus sugerencias para las relaciones dentro de las familias reconstituidas son sensatas y prácticas.
«Dime cómo te separas y te diré cómo te irá», escribe Castells. Partiendo de que la separación es un fracaso en la relación de pareja, hay que contar con el impacto emocional que tiene la ruptura en las personas separadas. Sin embargo, este impacto se puede mitigar si los cónyuges están dispuestos a colaborar entre ellos tanto durante la separación como una vez consumada ésta.