Tusquets. Barcelona (2005). 192 págs. 16 €. Traducción: Nuria Viver.
En estos momentos Yves Coppens es la figura con más prestigio en Francia dentro del campo de la paleoantropología. En este libro, publicado originalmente hace cinco años, el autor recoge la esencia de su pensamiento sobre la evolución humana. A diferencia de otros libros, éste no se limita a explicar los hitos que han ido jalonando el desarrollo evolutivo de la familia homínida en general y de nuestro género en particular. Aquí, además de hablar de evolución humana, se revisan las interpretaciones, «las historias» las llama el autor, que de ella se han dado en el último siglo y medio. En evolución humana, los científicos no se pueden quedar en la simple descripción de datos, es necesario interpretarlos y es ahí donde surgen las más vivas controversias (entre las más actuales destaca la que atañe al «Homo floresiensis»).
El libro se divide en seis capítulos. En los dos primeros Coppens expone la forma que tiene de concebir la prehistoria del ser humano; en el primero se concentra en los homínidos prehumanos y en el segundo en nuestro género. El tercero lo consagra a la exposición de las interpretaciones a las que aludíamos anteriormente. El cuarto es una autobiografía intelectual. El quinto capítulo está dedicado a Lucy, el afamado ejemplar de «Australopithecus afarensis» en cuyo descubrimiento participó el autor a principios de los setenta. El sexto capítulo, finalmente, se dedica al estudio de Lucy como icono y como símbolo.
¿Qué es el hombre para Coppens? Materia pensante. Materia que ha evolucionado. Somos el único producto de la naturaleza capaz de preguntarse por su propio ser y por la esencia de la realidad. Las cualidades que nos hacen ser humanos habrían ido emergiendo gradualmente de la materia, el conocimiento nos habría empezado a humanizar y el propio conocimiento nos habría conferido la libertad.
Y la Prehistoria, ¿para qué sirve? Según el autor, es la única disciplina (suponemos que se referiere a las que configuran el campo de la ciencia) capaz de explicarnos cómo y por qué el hombre ha llegado a ser quien es. Una perspectiva metodológicamente materialista que no tiene por qué encerrarnos, necesariamente, en una ontología materialista. ¿Por qué existe el universo? ¿Por qué es como es? ¿Por qué empezó a existir a partir del momento en que lo hizo y no antes o después? Son preguntas filosóficas que le marcan pistas a la inteligencia humana para trascender el materialismo. A estas preguntas la ciencia de la evolución humana no puede dar respuesta; por ello, sacar conclusiones generales a partir de esta rama de la ciencia implica juzgar el todo desde la sola perspectiva de una parte. Generalización demasiado arriesgada.
Carlos A. Marmelada