Roma es sinónimo de universalidad y permanencia. Mucho se ha escrito sobre ella: libros históricos, artísticos, literarios. Por eso Roma siempre ha sido una ciudad sugerente para los escritores y artistas que la han visitado o han vivido en ella. Antonio Rubio, que confiesa haber “sucumbido” al misterio de Roma, escribe en este libro textos ficticios de treinta y tres personajes que tuvieron que ver con la ciudad eterna.
San Pablo en su estancia en la capital del imperio, Goethe en su viaje a Italia, artistas como Velázquez o Miguel Ángel, músicos, papas y poetas, todos estos personajes escriben sobre su experiencia romana. Cada uno se encuentra autorretratado y desvela su personalidad, sus problemas y sus sueños.
Esta pequeña obra es un ejercicio de erudición. Hablar a través de personajes históricos tan variados requiere un conocimiento exacto de ellos y de su época.
Antonio Rubio aprovecha cada uno de los capítulos para situar al lector en su contexto histórico y muy acertadamente incluye al final un apéndice biográfico para que el lector sepa quién habla en cada caso.