Planeta. Barcelona (2004). 195 págs. 14 €.
Millones de personas acuden cada domingo a misa. Sin embargo, no todos comprenden los matices que encierra su misterio. José Pedro Manglano, filósofo y escritor, sacerdote, recurre a un personaje ficticio para abrir esa caja de sorpresas que es la misa. ¿Qué pasa con el tiempo, que salta por los aires? ¿Y con el espacio, que se elimina? ¿Qué peculiaridad tiene la muerte de Jesús de Nazaret respecto a la de sus contemporáneos? ¿Es morbo lo que lleva a la Iglesia a recordar continuamente la muerte de Jesús?
Parece difícil decir algo nuevo de la misa, sobre la que se han escrito tantos libros teológicos. Pero siempre se puede intentar explicar su sentido de un modo distinto, sobre todo pensando en un público no tradicional y acostumbrado a otros estilos. En la primera parte del libro, Pipa, la princesa de la buhardilla, acompaña al lector en un viaje fantástico al centro de la misa. A través de diez entrevistas con personajes como Tolkien, Astérix, William Wallace o Rómulo y Remo, las investigaciones de Pipa le ayudan a superar la tentación del racionalismo; invitan, como dice Manglano, «a no caer en una misa cruda, muerta, formalista, en una simple reunión de hombres. Al misterio de la misa llega la persona entera, no la sola razón».
En la segunda parte, el autor profundiza en los significados de la liturgia. También se incluye un esquema de todas las oraciones y gestos de la misa. La obra se cierra con un pequeño diccionario de los principales signos presentes en este rito. La estructura del libro se corresponde así con el itinerario propuesto por Juan Pablo II para acercarse a la Eucaristía: «A través de los signos, el misterio se abre de alguna manera a los ojos del creyente».
«El libro de la misa» es algo más que un cuento para niños. Su sencilla profundidad cautiva desde el primer momento. Como «El Principito» de Saint-Exupéry, el libro admite distintos niveles de lectura. Por este motivo, es un instrumento útil para impartir clases de religión, y un buen apoyo para cristianos de cualquier edad que deseen vivir mejor el Año de la Eucaristía.
Juan Meseguer Velasco