Acantilado. Barcelona (2004). 264 págs. 12 €. Traducción: Celia Filipetto.
James Thurber (1894-1961) está considerado como el mejor humorista norteamericano después de Mark Twain. Tras la I Guerra Mundial se dedicó al periodismo y también se convirtió en una de las estrellas de la revista «New Yorker», donde comenzó a publicar sus cuentos. En «La vida secreta de Walter Mitty» se han recogido una buena parte de ellos, los que mejor representan su manera de entender la literatura y las relaciones humanas. El que da título al libro, que fue llevado al cine, es su relato más famoso y en él aparecen algunas de sus obsesiones narrativas: el conflicto entre la realidad y los sueños, las relaciones de pareja analizadas desde una perspectiva irónica, una divertida e intrascendente misoginia, la obsesión por la naturalidad estilística.
Los primeros relatos están dedicados a una de sus mejores creaciones, el matrimonio Monroe. Aunque su costumbrismo urbano refleja el mundo de hace décadas, las anécdotas que cuenta, por su agudeza y sentido del humor, son perennes. Este es uno de sus principales aciertos; otro es el estilo. Thurber huye de las excentricidades literarias; en sus breves relatos todo está contado de una manera suave, atenuada. Además, sus historias no son inverosímiles sino que sabe encontrar el lado cómico de situaciones cotidianas. Hay crítica social, sí, pero nunca es el objetivo prioritario. Más bien prefiere, con inteligencia, reírse de ciertos comportamientos humanos.
Adolfo Torrecilla