Como escritor de cuentos, Fraile no destaca por su virtuosismo técnico, ni por brindar unos finales que sorprenden al lector más imaginativo, ni por lo cuidado de la trama y de la tensión; tampoco es especialmente entretenido y ni siquiera denuncia o intenta cambiar la sociedad. Cualquier adepto al relato de género (amoroso, policiaco, social-documental, psicológico o de fantasía) se sentirá defraudado. Cortázar es juego y sorpresa, Aldecoa es España de posguerra, Borges la fiesta del idioma y de la erudición, Carver el detalle (amargo) de la vida corriente y D. Parker la psicología de la pareja. Onetti es cruel, Wilde genial y Poe te atrapa; Quiroga es sorprendente y London entretenido. Es difícil en cambio catalogar a Fraile por sus temas (cotidianos), su estilo (sencillo), su técnica (lineal) o su tono (nada agrio y con cierto humor).
Tiene prestigio pero es poco conocido, quizás por esa indefinición que también es versatilidad, quizás por haber consagrado su labor creadora a un género minoritario en lectores, quizás por haber pasado la mayor parte de su vida fuera de España. Quinientas treinta y dos páginas pueden parecer un balance delgado para toda una vida, pero no pensará así quien compruebe la enorme dificultad de decir tanto cada cuatro páginas. Muchos relatos abordan la vida completa de uno o varios personajes y Fraile sale airoso la mayor parte de las veces en hacerlo de manera pertinente (desde un punto de vista literario). También ha escrito una novela, varias piezas de teatro y publicado alguna recopilación de artículos.
Lo más positivo que puede decirse de sus cuentos es que muchos de ellos son fáciles de recordar, y esto no es frecuente, como sabe cualquier aficionado al género. El tono general es positivo, otra novedad, y otra, no menor y seguramente relacionada, es, en general, la visión respetuosa de la religión. Sus personajes suelen ser seres corrientes, con trayectorias modestas y con sueños a veces incumplidos pero sin dramatismos. Es raro que alguno de los cuentos en algún momento desfallezca o chirríe: están bien hechos. Hay poco asunto amoroso y nada de erotismo (otra originalidad), un ambiente más urbano que rural y gente más bien pobre que rica. Y, atención, nada de contienda civil española, muy a contracorriente de su generación literaria (la del 50, la de «los hijos de la guerra»).
Su castellano es rico y pulido, sin originalidades sintácticas ni barroquismos, al alcance de cualquier lector de mediana cultura. No es un estilista como Aldecoa. Sobresale la expresividad de sus imágenes y comparaciones, quizás el punto más literario de su trabajo junto con su mirada de poeta. Una mirada que selecciona qué va a contar de una historia y que lo hace de modo diferente de como lo haría el periodista o una persona cualquiera en una charla informal. En sus narraciones se adivina vida, pero tratada con belleza y universalidad a partir de la palabra. Algunos personajes y sus circunstancias ambientales son de otro tiempo (padres disponiendo del corazón de sus hijas, hambre y pobreza, cierta estrechez moral), pero sus aspiraciones, problemas y reacciones son de siempre. La mayoría de las piezas son de una viva intensidad, de fraseo corto y con ritmo, que invita a la lectura en voz alta, sin prisas, de una sentada. A veces resulta inevitable pensar en el cuento como más cercano a la poesía que a la novela.
Fraile (Madrid, 1925) publicó cuatro colecciones de cuentos en quince años, entre 1954 y 1970. Suman la mitad aproximada y entre ellos se cuentan los mejores. La tercera de esas colecciones, «Cuentos de verdad» (ver servicio 166/00), obtuvo el Premio de la Crítica de 1965. Desde entonces sólo dos libros más (1991 y 1998) y un puñado de cuentos aún no recogidos en un libro (hasta hoy). El resto antologías, la más importante la de Cátedra en 2000, con selección del propio autor. La cuidada edición de que hablamos ahora, a cargo de Ángel Zapata, cuando se cumplen 50 años del primer libro del autor, recoge sus 129 cuentos, una entusiasta introducción y útiles apéndices que clarifican las distintas inclusiones de unos y otros en distintas ediciones, antologías colectivas o traducciones. Una buena oportunidad para conocer a un escritor poco mediático y conocido pero interesante.