En Suicidio perfecto, Petros Márkaris (Estambul, 1937) retoma la figura del comisario Jaritos, también protagonista de Noticias de la noche y Defensa cerrada. Novelas independientes, todas ellas transcurren en la Atenas moderna, en esta ocasión con el telón de fondo de los Juegos Olímpicos.
El libro arranca con Jaritos de baja, convaleciente de un disparo y el caso aparentemente más claro al que jamás haya tenido que enfrentarse la policía: un suicidio televisado en directo durante el transcurso de una entrevista. La curiosidad impulsa al comisario a indagar extraoficialmente en las causas que empujaron a Favieros, un poderoso constructor cuyos negocios marchaban viento en popa, a llevar a cabo este acto delante de las cámaras. Pero la investigación se complica con el descubrimiento de estafas inmobiliarias, la intromisión de un grupo terrorista y diversos escándalos mediáticos que salpican a personajes prestigiosos.
La intriga va en aumento de un modo que no resulta artificial, lo que es complicado conseguir en este tipo de relatos de cierta extensión. Márkaris logra interesar al lector por el protagonista, un personaje matizado y nada convencional para los cánones de la novela policiaca. De mediana edad, costumbres sencillas, y un punto cascarrabias, Jaritos se sitúa en las antípodas de los tipos duros y cínicos.
Es destacable el modo en que el autor se detiene, sin que se estanque el avance de la trama, en caracterizar al resto de personajes principales y en establecer la cadena de relaciones familiares y profesionales que configuran el entorno de Jaritos. Asimismo, Márkaris se esfuerza por seguir el caso en dos direcciones, desde la Atenas preolímpica, caótica y despreocupada, hacia el pasado dictatorial que reaparece cuando el comisario rastrea la juventud de Favieros y sus colegas. Tampoco falta la reflexión sobre el poder y la importancia de los medios, presente desde las primeras páginas y clave en el esclarecimiento del caso. Una lectura entretenida y ágil, y no sólo porque Atenas esté de moda.