PPC. Madrid (2004). 320 págs. 15 €.
En numerosas ocasiones, el filósofo y teólogo Olegario González de Cardedal (1934), profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca, ha reflexionado sobre el momento que atraviesa la educación. Este volumen reúne algunas ponencias y ensayos sobre lo que considera, de manera muy acertada, «el primer problema moral de Europa», subtítulo que ha dado al libro. El análisis de González de Cardedal tiene muy en cuenta la realidad presente y los conflictos por los que atraviesa la enseñanza, especialmente la española, en un momento de polémicas y de cambios. Pero su discurso, desde una perspectiva cristiana, intenta ir más allá para profundizar en las raíces de lo que significa educar hoy. En sus reflexiones también tienen cabida los problemas universitarios y la dimensión formativa de los sacerdotes, asuntos a los que dedica sendos capítulos.
Se trata de un conjunto de ensayos que animan a replantearse las cuestiones educativas más de fondo. González de Cardedal parte del contexto histórico en el que está inmerso hoy el mundo educativo. En líneas generales, tras el fracaso de los grandes montajes ideológicos, no se ha producido la sustitución de unos valores por otros. Las pretensiones educativas se han rebajado a una mera transmisión de destrezas técnicas. Además, la familia ha perdido su papel preponderante, el profesor se siente desbordado y la sociedad está muy confusa a la hora de escoger qué valores son los que hay que transmitir en la escuela. A diferencia de otros momentos históricos, la escuela no es determinante para la socialización, papel que han asumido poderes anónimos como la televisión y los medios de comunicación, más influyentes hoy día que los propios docentes. «Como resultado -escribe- nos encontramos ante la paradoja de que mientras la enseñanza sigue creciendo en extensión, en posibilidades y contenidos, en técnicas y en recursos, sin embargo crece en perplejidades, careciendo de aquellas palancas de ilusión y confianza en sí misma, que son las que la hacen realmente eficaz».
Estos cambios abren un compromiso exigente para todos los profesores cristianos, para los que trabajan en colegios religiosos o en cualquier tipo de centros educativos. Este reto supone promover una educación asentada en el pensamiento cristiano, que se debe ofrecer sin desvirtuar; y a la vez, exige una mayor presencia intelectual en los espacios públicos, también en los medios de comunicación, para explicar mejor las respuestas que tienen los cristianos. Libro, pues, repleto de ideas y de propuestas de fondo, que conviene leer para dejar a un lado, transitoriamente, los debates educativos más actuales, y reflexionar sobre el sentido la docencia hoy día.
Adolfo Torrecilla