Salamandra. Barcelona (2004). 478 págs. 16,80 €. Traducción: Judit Xantus.
La traducción de la novela El último encuentro (ver servicio 184/99) supuso el redescubrimiento de Sándor Márai (1900-1989), uno de los autores más leídos de la literatura húngara del periodo de entreguerras, un maestro en la recreación de ambientes y en el combate dialéctico entre los personajes. La publicación de Confesiones de un burgués, sus memorias hasta los treinta años, va a servir para conocer mejor su figura. Al igual que El mundo de ayer, de Stefan Zweig (ver servicio 127/01), este libro reconstruye la vida de la burguesía en la Centroeuropa de entreguerras, en un momento de cambios radicales.
Confesiones de un burgués cuenta las primeras tres décadas de su vida, la historia de su familia y el proceso de formación de su vida íntima y de su carrera como escritor; las acaba con poco más de treinta años, justo cuando empieza a ser un escritor de reconocido prestigio en su país. Márai disecciona la mentalidad burguesa dando vida a los rostros de su infancia, recordando anécdotas de sus antepasados, valorando las cosas que sostenían su manera de ver el mundo.
A la vez saca a relucir interesantes aspectos de su formación como escritor y también de su carácter. En este sentido, resulta clarividente esta observación íntima: «No existe ninguna persona, ni hombre ni mujer, ni familiar ni amigo, cuya compañía yo pueda aguantar durante mucho tiempo (…) Vivo en una especie de anarquía que considero inmoral y me cuesta mucho soportarlo».
La primera parte de este libro finaliza cuando Márai cumple catorce años y comienza la Primera Guerra Mundial. Sobre la guerra no cuenta nada, ni siquiera ningún suceso personal. Reanuda sus memorias cuando decide abandonar Hungría para estudiar periodismo en Alemania. Comienza así un largo peregrinaje que durará diez años. Márai se instala primero en Leizpig; luego en Weimar y Frankfurt. Más tarde, se traslada a Berlín, ciudad que en los años veinte parecía anunciar una nueva etapa de aparente e ingenua felicidad artificial. En Berlín se casa con su compatriota Lola. Con ella se traslada a París, donde permanecerán seis años… Diez años después siente la necesidad de volver a Hungría. Los últimos pasajes del libro están dedicados a reflexionar sobre su cada vez más intensa dedicación a la literatura, lo que le obliga a un meditado abandono del periodismo.
Es una lástima que las memorias finalicen de golpe, tras la muerte de su padre, cuando Sándor Márai empieza a ser conocido como el escritor más grande de su generación. Y es una lástima también que no haya escrito otros libros de memorias contando sus años de éxito, la llegada del comunismo, el exilio forzado, los viajes por Europa, su llegada a Estados Unidos… Porque la vida de Márai es el símbolo de muchas vidas. Aunque hay muchas lagunas en sus memorias -y a veces aspectos tan importantes como su relación con su mujer y su familia quedan relegados-, Confesiones de un burgués acierta a captar la temperatura moral y el ambiente costumbrista de toda una generación que no volvería a encontrar su sitio en un mundo desquiciado, que caminaba a toda velocidad hacia la destrucción. Márai rechaza ese ritmo y esa vida, y sólo le queda la literatura para seguir viviendo en un mundo ya perdido.
Adolfo Torrecilla