Hiperión. Madrid (2002). 111 págs. 8 €.
Joan Margarit (1938) es uno de los poetas catalanes contemporáneos más destacados. Este libro, editado en versión bilingüe -la traducción al castellano es del propio escritor-, lo compuso poco después de la muerte de su hija Joana, de treinta años y minusválida desde su nacimiento. Un canto a la vez doloroso y sereno al amor paterno y al amor filial, una elegía en la que se funden recuerdos del pasado y ausencias del presente. En ella, lo concreto, lo biográfico, descrito en numerosos detalles de lugares, de ambientes, de pequeños acontecimientos, se universaliza ante el misterio del dolor y de la muerte.
Junto al sufrimiento, casi estoico, por la ausencia, la alegría por los años compartidos con Joana, que tuvo que ser una persona excepcional, luminosa, a pesar de sus limitaciones físicas, y que deja entrever, en un segundo plano, la valía de sus padres. Poemario profundamente humano, en el que el poeta, a pesar de la cercanía de los acontecimientos que originaron su canto, sabe mantener un tono equilibrado sin caer en excesos sentimentales o melodramáticos.
Joan Margarit en el prólogo de la obra afirma: «De lo que siento acerca del mañana, lo más parecido a una certeza es que Joana y yo no volveremos a vernos. Cuán distinta sería la vida si la muerte fuese esperar muchos millones de años para podernos encontrar de nuevo, aunque fuese tan sólo unos breves instantes. Pero el abismo que nos separa es el abismo del nunca más». Sin embargo, después de haber leído Joana, a mí, lector del poemario, me ha ocurrido algo bien distinto: he experimentado casi la certeza de que una persona como Joana, de que todo lo que han edificado el amor y la belleza, volveremos a encontrarlo, no puede desaparecer en el sinsentido de la nada.
Luis Ramoneda