Ollero & Ramos. Madrid (1999). 538 págs. 2.850 ptas.
En las primeras décadas del siglo XX, un médico rural encuentra en el consultorio del municipio unos papeles escritos por un antecesor suyo, que constituyen una memoria de las gentes del lugar. Este pretexto sirve al autor para dar vida a más de 300 personajes, habitantes en el pasado de Celama, un lugar imaginado cuya geografía ya quedó descrita en el libro El espíritu del Páramo (ver servicio 68/96).
La obra encierra una metáfora del vivir cotidiano, con sus anécdotas, sufrimientos y alegrías, desplegada a través de la historia de gentes sencillas que vivieron y murieron con dignidad y con pasión y fueron olvidados, como correspondía a su insignificante grandeza. Nostálgico, visionario y mítico, este relato compone una parábola universal de tierras hoscas, vidas difíciles y espíritus frágiles. A pesar de la sencillez del estilo, muy sobrio, requiere una lectura pausada para captar los recovecos de su significado. Mateo Díez no pretende ser ameno, aunque aporte algún rasgo de humor.
El legado de los habitantes de Celama ya muertos tiende a una visión pesimista y resignada de la vida. Los personajes gozan de la vida y aceptan la adversidad con el mismo temple, sin extremos ni alegres ni dolorosos y sin pensar en que haya un sentido oculto en cuanto sucede. Se limitan a sobrellevar cada día sin amargura, pero sin ilusión, con una calma que tiene mucho de desolación fatalista.
Pilar de Cecilia