Mondadori. Barcelona (1999). 365 págs. 2.900 ptas.
¿Qué puede hacer un hombre sencillo cuando, de pronto, un hijo enferma gravemente, otro se rebela a sus planes profesionales y se ve envuelto además, por amistad, en una desconcertante intriga política? Si junto a esto se vive en la India, en medio de corrupción política, pobreza, hambre y mosquitos, el conjunto puede hacerse penoso. Penoso salvo que, como hace el protagonista de esta novela, se oponga a todo ello un fuerte sentido de la familia, la amistad y la tradición, una profunda religiosidad y una inquebrantable determinación de luchar y mantener siempre el buen humor.
Mistry (Bombay, 1952) publicó esta su primera novela en 1991 y recibió importantes premios de la narrativa en lengua inglesa. En España se había publicado el año pasado Un perfecto equilibrio, su segunda novela (ver servicio 108/98).
El realismo -a veces crudo- con que se describe el entorno sociocostumbrista de la India a principios de los 70, cuando se desarrolla la acción, contrasta con la enorme simpatía de unos personajes bien trazados, verosímiles e irresistiblemente atractivos. El estilo es sencillo y el diálogo abundante, siguiendo un modo narrativo ajeno a todo artificio literario (salvo, ocasionalmente, un tímido empleo del indirecto libre y unas mínimas gotas de realismo mágico).
Ante el totalitarismo y la corrupción, claramente denunciados, y a pesar de un entorno poco proclive al optimismo, permanece un espacio de libertad interior si se cuenta con los recursos morales apropiados. El eje de suspense que también vertebra la historia queda siempre en segundo lugar, quizás como preparación a la pobre satisfacción que recibe al final de la novela, cediendo todo el protagonismo al elemento clave de esta obra: el rostro amable de la lucha ante las dificultades.
Javier Cercas Rueda