Pre-Textos. Valencia (1999). 132 págs. 1.500 ptas.
El autor, nacido en Antequera (Málaga) en 1909, destacado poeta, ensayista, buen conocedor y traductor de algunos de los mejores líricos ingleses, escribió este libro entre mayo de 1946 y junio de 1947, casi como entrenamiento para llenar un cuaderno de piel que le había regalado un hermano suyo. En 1950, se editaron doscientos ejemplares y, poco más tarde, se hizo otra edición de otros mil, corregida y aumentada, que se agotó pronto. En 1975 Destino lo reeditó junto con otras dos obras del autor.
Hay que elogiar la iniciativa de Pre-Textos de recuperar este libro memorable, con las ilustraciones de Martita Wiessing de la primera edición de 1950, al que se ha añadido algún fragmento inédito. Al escribir el libro, José Antonio Muñoz Rojas vivía en el cortijo de Casería del Conde y anotó lo que observaba: las transformaciones del paisaje con los cambios estacionales, las tareas agrícolas, las conversaciones con los vecinos…
En la Advertencia para la edición de 1975, que también se incluye en ésta, el autor daba fe de que muchas cosas habían cambiado desde que escribiera el libro: «pero el campo saca incansables bellezas escondidas y acumuladas, las renueva y ofrece sin tasa a los ojos y al alma de quienes quieren gozarlas».
Merece la pena saborear con sosiego y, a veces, con la ayuda del diccionario, la prosa cuidadísima, exacta y musical, llena de matices, de bellísimas metáforas y de profundo significado de José Antonio Muñoz Rojas, que nunca cae en esteticismos hueros. El lector comprobará que tenía razón Dámaso Alonso al afirmar en carta dirigida al autor: «Has escrito, sencillamente, el libro de prosa más bello y más emocionante que yo he leído desde que soy hombre».
Luis Ramoneda