Jean-Claude Duplessy y Pierre MorelAcento Editorial. Madrid (1993). 312 págs. 2.700 ptas. Edición original: Odile Jacob, París, (1990).
Éste es un libro sobre el cambio climático, negra profecía con la que a menudo nos asustan los periódicos, sin que acabemos de saber qué probabilidad real hay de que se cumpla. Son ya familiares las descripciones de lo que será el mundo si se verifica la catástrofe (calores tórridos en Escandinavia, grandes regiones anegadas por los océanos, desertización de zonas hasta ahora verdes…), pero no conocemos cómo podría eso llegar a producirse. Al leer esta obra, el profano descubre que hay innumerables factores interpuestos entre la actual acumulación de CO2 y el posible panorama jurásico que pintan los medios.
Tres posibles catástrofes son analizadas en detalle: el invierno nuclear, el efecto invernadero y el deshielo de los casquetes polares. Ante tema tan complicado, Duplessy (geoquímico) y Morel (meteorólogo) se mantienen, por lo general, en un plano divulgativo. Sin embargo, hay secciones que el lector puede encontrar demasiado técnicas y puede saltarse sin perder el hilo argumental.
Buena parte del libro examina los paleoclimas y la evolución de los parámetros meteorológicos más significativos, sobre todo la temperatura. El objetivo es comprobar si los cambios climáticos recientes son históricamente anómalos o no. Los autores concluyen que no existen pruebas de que las oscilaciones de los últimos años sean una excepción a la regla del último milenio, que es la variabilidad. No obstante, también afirman que se han detectado cambios importantes gestados en poco tiempo.
A la vista de los conocimientos actuales, los autores se asombran de que muchos, entre los cultivadores de ciencias sociales, así como entre los políticos, sean tan categóricos con respecto al calentamiento de la Tierra. Se consuelan pensando que la inquietud de los dirigentes puede ser provechosa, si algún día se descubre un peligro serio y hay que actuar drásticamente. Pues en todo caso, dicen, apuntan ya tres crisis planetarias: climática -que no tiene por qué ser el cataclismo de que se habla-, ecológica y demográfica. Y, aunque no vayan a resultar apocalípticas, por lo menos causarán importantes problemas regionales en cuanto a la gestión de los recursos.
Al abordar -en escasos párrafos- el complicado problema de la población, no ofrecen más receta que el control de la natalidad. Paradójicamente, cuando hablan de un tema en el que no son expertos, incurren en las mismas simplificaciones que los profanos al hablar del cambio climático.
Quizá a un lector que se pregunta intranquilo por el cambio climático le sepa a poco la respuesta: ¿quién sabe? Pero esto es lo más seguro que, hoy por hoy, cabe concluir.
Juan Antonio Cebrián