Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra. Pamplona (1994). 86 págs.
Hoy se valora la sinceridad de vida, entendida como la actuación conforme a lo que se cree aquí y ahora. En cambio, resulta más difícil entender el sentido del compromiso, sobre todo si es de por vida. El compromiso podía ser sincero en el momento de hacerlo; pero, ¿no es un obstáculo para actuar con autenticidad cuando se puede cambiar de manera de pensar y de sentir? Es la idea que subyace en expresiones que estamos acostumbrados a oír: «en nuestra vida (de pareja) ya no sentimos lo mismo que al principio»; «no puedo comprometerme porque no sé si aguantaré toda la vida»; «¿y si en mi vida se cruza otra persona?».
Ante estas reservas, la solución más aceptada es admitir solamente compromisos temporales y condicionados. Pero habría que preguntarse si esta actitud precavida no es, en última instancia, una causa de atrofia de la personalidad.
Así lo sugiere el pensamiento del filósofo francés Gabriel Marcel (1889-1973), que consideraba el compromiso y la fidelidad como «las coordenadas de la estructuración del yo». A su juicio, «para proceder a la inmensa tarea de reconstrucción moral hay que empeñarse en devolver a estos valores el lugar que les corresponde en el corazón mismo de la vida humana».
Marcel ha intentado mostrar el sentido auténtico del compromiso y la fidelidad, descubriendo el papel que desempeñan en el desarrollo de la personalidad y de las relaciones humanas. Su pensamiento sobre este punto, disperso entre sus obras, lo ha recogido Blanca Castilla, doctora en Filosofía, en el estudio que aquí se reseña. La autora realiza una ordenación sistemática del pensamiento del filósofo respecto a estos dos valores humanos, recogiendo sus finos análisis fenomenológicos de las experiencias humanas más vitales.
Marcel afirma rotundamente que «el temple de un ser se reconoce y se prueba según la fidelidad de que es capaz». El punto de partida de su pensamiento es la experiencia concreta, la vida personal. De hecho, en sus obras dramáticas, anteriores a sus escritos filosóficos, ya había planteado los mismos problemas encarnados en personajes.
Es en esas experiencias personales, concretas, íntimas, donde -según nos dice la autora- Marcel descubre una serie de realidades, que él denomina «misteriosas», que influyen en la vida, aunque no se puedan explicar muy bien.
Estas realidades, siempre personales, son las que se hacen presentes y es a ellas a las que se puede amar, creer y guardar fidelidad. Para Marcel, la fidelidad propiamente dicha nunca es a ideas sino a personas.
El estudio de Blanca Castilla es un trabajo de recopilación y sistematización de los principales textos de Gabriel Marcel sobre el compromiso y la fidelidad, lo que deja preparado el campo para una profundización filosófica ulterior. Pero este inteligente rastreo sugiere ya diversas pistas importantes.
Teresa Ferrero