Circe. Barcelona (1994). 229 págs. 1.950 ptas.
La génesis de Crónicas de Billancourt corre pareja a la intensa y agitada vida de su autora, Nina Berberova (1901-1993), arrancada de Rusia, su tierra natal, y llevada hacia Francia por la revolución comunista, y después a Estados Unidos por la guerra mundial.
Los relatos que componen este volumen fueron escritos entre 1928 y 1940 para un periódico liberal-democrático de los emigrantes rusos, que se publicaba en París. La autora, que comenzó a escribir en prosa en 1925, buscaba un escenario adecuado en el que desenvolver las pequeñas tragedias de sus personajes. La vieja Rusia ni le interesaba, ni la conocía lo suficiente, de ahí que se lanzara a escribir sobre los emigrantes rusos que, establecidos en tierras francesas, habían creado un modo de vida peculiar.
Berberova hace una crónica de la vida de esa gente que había sido arrancada de su suelo sin esperanza de volver atrás. Es lógico, pues, que los personajes de sus crónicas estén marcados por el desarraigo, por la soledad y, tantas veces, por la incomprensión. Y en su afán de hacer una crónica real, histórica y sociológica, resalta principalmente los aspectos tragicómicos, absurdos y amargos.
Se trata de relatos sencillos -los primeros que escribió su autora- todavía afectados de ciertos defectos, poco consistentes, pero que en algo anticipan la solidez de sus obras maestras posteriores, como La resurrección de Mozart, Roquenval, etc.
Begoña Lozano