Edilesa. León (1998). 144 págs. 1.975 ptas.
En esta rememoración del niño que fue, el autor regresa «intramuros de la ciudad antigua», en este caso León, para buscar las pruebas de esa infancia cuyo recuerdo se hace cada día más borroso. La obra constituye un poema autobiográfico en prosa, de carácter lírico e intimista. Los sentimientos prevalecen sobre la acción externa, reducida en muchos casos a imágenes estáticas, congeladas en el interior del recuerdo.
Ciudad y niño se funden en un solo personaje de dos caras que se animan o entristecen a la vez, y el estilo se convierte en el elemento más importante, decisivo para la expresión de matices anímicos muy sutiles. Las descripciones de paisajes y ambientes -urbanos, campestres y domésticos- están cuidadosamente elaboradas bajo una apariencia externa sobria. Con ellas como fondo, la obra transcurre entre el cálido mundo de la familia, las nacientes aficiones, los primeros amigos y también las descubiertas o adivinadas asperezas de una sociedad dolorida por las privaciones materiales y las carencias afectivas propias de una posguerra.
La nostalgia no lleva a José María Merino a caer en el pesimismo, sino que su mirada al pasado se anima al comprobar que ahora otros niños mantienen viva a su ciudad natal, tanto o más que lo estaba en sus primeros años. El acierto estético con que ha sido realizada la edición, complementa y realza notablemente la delicadeza del texto.
Pilar de Cecilia