Hiperión. Madrid (1998). 126 págs. 1.300 ptas.Traducción: Santiago Santerbás, María Cóndor y Antonio Iriarte.
A Tusitala (el que cuenta historias), como así fue llamado Stevenson por los samoanos, le deben muchos adultos, hoy lectores impenitentes, haber promovido su temprana afición, primero con La Isla del Tesoro y, más tarde, con El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde. Pero, al igual que London, Stevenson se ha visto relegado a ese segundo plano del estante de novela de aventuras como si su apasionado vigor le restara importancia ante los novelistas de verdad: debe de ser que un ambiente pequeño burgués (preferentemente francés) o un adulterio es más novela que los mares del Sur o Alaska.
Quienes han disfrutado con Stevenson novelista seguramente se divertirán con esta otra faceta más desconocida del escritor. En una cuidada edición, con útiles e interesantes notas y una excelente traducción, Hiperión ha reunido siete textos de Stevenson -escritos entre 1873 y 1888-, a cual más curioso: el llamado Sermón de Navidad, las oraciones de Vailima (su último hogar, en Samoa) y varias cartas dirigidas a Sir Arthur Conan Doyle.
Stevenson elucubra sobre lo humano y lo divino, en la línea muchas veces de Blake o Whitman, otros sajones que nada tuvieron que ver con la flema. Sus observaciones sobre temas a veces triviales revelan la vitalidad, la capacidad de observación, el libre espíritu de quien las escribió y, también, su modo de vivir la fe y enfocar la moral. Todo muy atractivo.
Aurora Pimentel