Mondadori. Barcelona (1998). 284 págs. 1.900 ptas. Traducción: Miguel Martínez-Lage.
Seamus Deane, nacido en Derry (Irlanda del Norte) en 1940, es profesor de literatura irlandesa en la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos). Compagina su labor universitara con la poesía y ha sido además el coordinador de los tres volúmenes de la antología de literatura irlandesa Field Day Anthology of Irish Writing. Esta es su primera novela, con la que obtuvo en 1996 el premio Guardian de narrativa.
La historia narra la entrada en la adolescencia de uno de los siete hijos de un matrimonio irlandés de clase media, que vive en Derry, ciudad que aún mantiene buena parte de su tradición gaélica. Poco a poco irá descubriendo que su lugar de origen es un territorio embebido de tradiciones, de historias ocultas y leyendas inquietantes, que conforman la identidad de sus gentes. Junto a ese mundo de supersticiones, el protagonista advierte que sobre su familia pesa un suceso trágico: la desaparición de un hermano de su padre, cuyo destino final es un interrogante. La tragedia se va desvelando a través de algunos personajes sabedores cada uno de una parte de la historia.
Deane hace un emotivo retrato de la sociedad irlandesa combinando múltiples aspectos como la superstición, la religiosidad o la intimidad de la vida familiar. Pero estos rasgos constituyen sólo el marco del cuadro profundamente actual trazado en la novela, que refleja el clima provocado por la violencia entre católicos y protestantes. Deane no muestra explícitamente la guerra fratricida, sino la cadena de sufrimientos que afrontan quienes la llevan a cabo.
Seamus Deane narra todo esto sin alegatos ni reflexiones discursivas. El pasado se presenta como un sustrato velado del que resulta difícil extraer la realidad completa, como una lectura a oscuras. La novela está estructurada en breves capítulos correspondientes a meses y años que van desde 1945 a 1971. Este arco temporal coincide con la vida del autor, lo que, junto a la utilización de la primera persona, hace pensar en una novela inspirada en los propios recuerdos. Además, el autor no describe apenas hechos externos, sino el mundo interior de los personajes. El estilo, elegante y cuidado, rico en frases extensas elaboradas con minuciosidad, ayuda a conferir a la novela un tono lírico enormemente cautivador.
Pablo de Santiago