Una historia personal

Libros del K.O.
Madrid (2016).
557 págs.
23.90 €.
Traducción: José Manuel Calvo y María Luisa Rodríguez.
Primera edición española: Alianza, Madrid (1998).


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TÍTULO ORIGINALPersonal History

GÉNERO

(Actualizado el 16-01-2018)

«Mi historia personal contiene, a la vez, elementos inesperados e irrepetibles». Estas palabras cierran la autobiografía de Katharine Graham y reflejan con objetividad las quinientas páginas anteriores. Todo en su vida parece idóneo para llevar a cabo una película de amor, acción e intriga. Y es que la autora ha sabido entrelazar con maestría pequeñas anécdotas cotidianas con dramas familiares o conflictos como el Watergate, en el que ella, editora del Washington Post, apoyó en todo momento a los dos periodistas que investigaron el caso.

Esta obra arroja una fuerte luz sobre los últimos cincuenta años de la historia norteamericana. En 1948, Eugene Meyer, padre de Katharine, se retira y deja a su hija y a Phil Graham, su yerno, The Washington Post, diario que había comprado años atrás. Todo irá razonablemente bien hasta que Phil comienza a padecer una enfermedad maníaco-depresiva que le llevaría al suicidio en 1963. En ese momento empieza una nueva etapa para Kay, como la llaman sus amigos. Ella, que se reconoce insegura y vulnerable, toma las riendas de la empresa. Y resume con dos palabras su situación ante la responsabilidad que se le viene encima: «Estaba aterrada». Es verdad que su vida había girado en torno al periódico, pero ahora debía protagonizar las escenas que siempre había observado como espectadora: «La diferencia era la que existe entre ver nadar a alguien y ponerse a nadar uno mismo».

Katharine Graham ha conocido el engaño antes y después de dirigir el Post, tanto desde la perspectiva personal como en el ámbito profesional. También ha sido objeto de presiones y ha debido sortear varios conflictos laborales, que culminaron con la huelga de los trabajadores del rotativo en 1975. «Siempre he pensado que un periódico es una especie de milagro, pero nunca tanto como durante la huelga», confiesa Graham. Esta afirmación pone de manifiesto un rasgo propio de su carácter: el afán de aprovechar todas las circunstancias, también las negativas.

La trayectoria empresarial de Katharine Graham no ha resultado fácil. Más de una vez ha estado al borde de la quiebra y otras ha debido luchar contra gigantes de la estatura de Richard Nixon. A lo largo del libro aparecen los aciertos y errores de la editora; entre los primeros destaca el nombramiento de Dick Simmons como director ejecutivo del periódico en julio de 1981. «Solo entonces me di cuenta de lo duros que habían sido los años anteriores. Y trabajar volvió a ser un placer», explica Graham.

Una historia personal se lee con interés, porque los personajes y acontecimientos que asoman en sus páginas resultan conocidos por todos. Además, la obra tiene calor humano y una buena dosis de suspense.

El premio Pulitzer 1998 avala estos rasgos y recompensa la ardua tarea de documentación que ha llevado a cabo la autora.

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