En el centenario del nacimiento de Natalia Ginzburg (1916-1991), una de las voces más personales de la narrativa italiana del siglo XX, se reedita Léxico familiar, una de las novela más representativa de la escritora. Otras novelas suyas siguen teniendo una excelente acogida, como Las palabras de la noche, Querido Miguel, los relatos de Familias y especialmente Todos nuestros ayeres, con la que Léxico familiar guarda muchos puntos en común.
Publicada en 1963, la trama de esta novela autobiográfica es bastante sencilla. Al hilo de esas inequívocas expresiones que forman el diccionario íntimo de cada familia, Natalia Ginzburg recompone con paciencia y mediante breves recuerdos repletos de afectividad la historia de los suyos. Como escribe la autora: “Esas frases son nuestro latín, el vocabulario de nuestros días pasados, son como jeroglíficos de los egipcios o de los asirio-babilonios: el testimonio de un núcleo vital que ya no existe, pero que sobrevive en sus textos, salvados de la furia de las aguas, de la corrosión del tiempo. Esas frases son la base de nuestra unidad familiar, que subsistirá hasta que permanezcan en el mundo, recreándose y resucitando en los puntos más diversos de la tierra”.
No hay una intención de novelar cronológicamente y de manera ordenada los hechos, sino la exposición de algunas anécdotas domésticas, de gran calado cotidiano y poético.
Como telón de fondo, Léxico familiar refleja el convulso clima político que se vivía en Italia, donde la ambientación bélica y fascista empezaba a ser cada vez más opresiva. Sin embargo, lo más interesante de este libro es la sorprendente capacidad de Natalia Ginzburg para dar forma a las pequeñas evocaciones. No intenta reconstruir todo el pasado, sino actualizar la memoria con el peso de los recuerdos más emotivos.