Unión Editorial. Madrid (1997). 198 págs. 2.000 ptas.
Desde hace años, se viene expandiendo con fuerza la inquietud por la ética empresarial y pública, que ha dado origen a importantes investigaciones. Sin embargo, las corrupciones siguen siendo abundantes. Tal vez, porque la ética no cala en la acción humana, cuando falta fundamento antropológico.
Éste es el gran objetivo de Leonardo Polo y Carlos Llano: presentar la acción directiva desde la condición profunda del hombre, y hacer pensar vías de solución a los problemas organizativos y prácticos, antes humanos que económicos o políticos.
Esas cuestiones se plantean cara a la dirección de empresas, pero la radicalidad del enfoque permite aportar también múltiples sugerencias al conjunto de la vida política y social.
El libro es fruto del magisterio oral de sus autores. Junto a indudables ventajas, la fórmula no carece de algún inconveniente. Así sucede con la mera mención, a título de ejemplo, de situaciones políticas y financieras concretas, que pueden entenderse en la explicación verbal, pero resultan insuficientes en un texto impreso. Por otra parte, los primeros capítulos, de orden prevalentemente metodológico, hacen fatigosa la lectura: tal vez podrían haberse dejado para el final o, incluso, no incluirlos en el libro, y remitir al lector a otros textos.
Los autores manifiestan una clara predilección por la acción directiva del empresario, que ha de contribuir ante todo al mejoramiento del ser humano que participa en la organización. El trabajo personal y colectivo parte de un principio radical: la confianza en la persona, como ser que está siempre en condiciones de aprender. De ahí surge la libertad, el riesgo, la innovación. Pero también un modo de dirigir, apoyado en el diálogo, la comunicación, el trabajo en equipo. En última instancia, «añadir valor a costa de la dignidad del sujeto, o sin buscar a la vez su perfeccionamiento habitual, es contrario a la naturaleza de la empresa».
Salvador Bernal