Siruela. Madrid (1993). 2 volúmenes. 750 págs. 4.240 ptas.
Estos dos volúmenes reúnen toda la saga del más famoso de los personajes utilizados por Álvaro Mutis en sus novelas. Misterioso e imprevisible, Maqroll, llamado el Gaviero, anda errante por todos los climas y bajo todo tipo de tempestades, sin detenerse mucho en el mismo lugar. Siempre corto de un dinero que no le interesa demasiado, con la mente poblada por la desorbitada dimensión de sus sueños, corre peligros, pierde amores y sufre innumerables fatigas y desilusiones con la resignación escéptica de quien, en el fondo, ya sabe que busca algo que no existe.
La predilección de Maqroll por el mar le lleva a subir como tripulante a bordo de barcos desvencijados y herrumbrosos, cuyos asmáticos motores llegan trabajosamente a destinos imprecisos, transportando cargas con frecuencia inconfesables en lo que será su último viaje. Una vez en tierra, Maqroll emprenderá negocios ruinosos en los que se jugará la vida, buscará en vano personas afines y emprenderá aventuras azarosas de las que saldrá con el alma cada vez más dolorida.
Evidente lector aprovechado de los clásicos españoles del Siglo de Oro, el colombiano Álvaro Mutis, nacido en 1923, ha logrado con Maqroll uno de los personajes más puramente literarios de la prosa actual en lengua castellana, mitad pícaro, mitad caballero. Sus andanzas, expuestas a lo largo de varias novelas, pueden leerse por separado aunque guarden entre sí un sentido homogéneo, que viene dado por la naturaleza arquetípica del protagonista.
Mutis cuenta sus aventuras alternando crónicas duramente realistas, ambientadas en América pero también en Europa y en el Próximo Oriente, con sueños agitados por pesadillas agobiantes. Fracasado, marginal, desarraigado y sin escrúpulos morales, pero fiel a sí mismo, el Gaviero es una criatura de ficción de extraordinaria calidad. La edición global de sus locas andanzas, tan absurdas como persuasivas, que no son en el fondo sino una perpetua búsqueda de la muerte, encontrará favorable acogida entre una minoría de adictos lectores.
Poco dado a la publicidad, Álvaro Mutis no ha buscado nunca ser conocido por el gran público, y ni su poesía ni su prosa se dirigen hacia éste. Leer las empresas y tribulaciones que sufre Maqroll supone un cierto esfuerzo, aunque también encierre indiscutibles recompensas. En algunas ocasiones, el texto es difícil, oscuro, onírico, casi indescifrable; en otras es claro, pero transmite una violencia o un erotismo agresivo, destructor, que sorprende y repele por su torpeza. Es como si el autor quisiera, a veces, destruir la aureola romántica que él mismo ha colocado en torno al Gaviero, borrándola de modo brutal.
En todo caso, incluso cuando no se entrega a esta tarea, Mutis impregna sus relatos de un nihilismo cerrado a cualquier perspectiva que trascienda la dimensión material de la persona humana. La inutilidad de creer en algo, ni siquiera en uno mismo, convierte, según él, la existencia en un sinsentido que debe padecerse de modo estoico, sin aferrarse a nada ni a nadie. Para aliviar la dura carga del vivir, sólo cabe disfrutar, cuanto y cuando sea posible, de satisfacciones elementales, instintivas, como el placer sexual, pero guardando siempre un cínico distanciamiento que evite compromisos vinculantes, de los que a la larga sólo puede venir dolor.
Pilar de Cecilia