Alianza Editorial. Madrid (1993). 195 págs. 600 ptas.
Encontramos en esta novela de caballerías los escenarios y protagonistas habituales que forman la materia de Bretaña, a la que tanto contribuyó a dar solidez literaria Chrétien de Troyes, escritor francés de la segunda mitad del siglo XII. Cligés es su segundo roman, escrito después de Erec y Enid. Lo que diferencia esta obra del resto de su producción caballeresca es el aire de realidad que la rodea: Cligés está firmemente anclada en el mundo político y geográfico de los tiempos de Chrétien de Troyes.
La novela se detiene especialmente en los asuntos relacionados con el amor cortés. En primer lugar, son los amores de Alejandro, hijo de los emperadores de Constantinopla, y Soredamor, hermana de Sir Gawain. A continuación pasan a un primer lugar los amores de su hijo, Cligés, con Fenice. El contexto viene dado por la descripción de combates que ensalzan al héroe, el veloz ritmo narrativo y el sutil cumplimiento del código caballeresco.
Esta novela, de tintes bizantinos, encarna las teorías de Ovidio sobre el amor. También es evidente la influencia del drama de Tristán e Iseo. El concepto de amor que se pone en juego guarda todos los requisitos del amor cortés: «el amor -escribe Joaquín Rubio en el prólogo- fue, entre otras muchas cosas, un sistema educativo capaz de armonizar instinto y razón, que dio un sentido elevado a los valores caballerescos y corteses». En Cligés sobresale especialmente esta idealización del amor, que deja al protagonista fuera de sus casillas: «la herida del amor no le da tregua ni alivio».
Adolfo Torrecilla