Anaya & Muchnik. Madrid (1993). 564 págs. 3.900 ptas.
Con el grito de ¡Wingapoh! se saludaba la tribu india algonqui, una de las muchas que poblaban la todavía inexplorada Norteamérica de 1600; de esta manera los nativos deseaban la paz y así también saludarían al viajero rostropálido que llegaba del otro lado del mar. Uno de esos aventureros bien pudo ser el capitán John Smith, nacido en Inglaterra en 1580 y cuya vida se reconstruye en esta novela histórica.
¿Qué hacer cuando uno nace llanamente John Smith y es hijo de un desconocido agricultor? Pues criar ganado o marcharse. Y esto último fue lo que eligió el protagonista. Su espíritu aventurero le llevó a alistarse como mercenario en la guerra contra los turcos; hecho prisionero, logró escapar a Rusia; luchó en Flandes y en el Mediterráneo contra los españoles; más tarde se incorporó al grupo expedicionario que partió hacia las costas norteamericanas. John Smith llegó a ser jefe de uno de los primeros asentamientos de Nueva Inglaterra, y fundió su vida con la de los nativos. Después de vivir una aventura amorosa con la india Pocahontas, regresa a su Inglaterra natal, donde pone por escrito sus recuerdos y experiencias.
No hay que buscar la justificación de esta obra tanto en el aparato de referencia como en la coherencia del argumento, en la solidez de las fuentes, en la fuerza de los retratos, en la emoción narrativa que recorre todo el libro. Y sobre todos estos elementos emerge la figura del capitán John Smith.
De su vida se deduce su rechazo a todo tipo de rutina, de comodidad; también su infatigable capacidad para hacer frente a los múltiples contratiempos o tragedias en que se ve involucrado, sin cejar jamás ante las dificultades. Ocasionalmente hay referencias desafortunadas al papel de la Iglesia, mientras se silencian otras positivas que fueron, al menos, tan reales como las citadas.
¡Wingapoh! es un libro muy interesante, en el que el entramado novelesco confiere a la historia tales ribetes de fábula que casi se olvida lo esencial: que John Smith fue un personaje verídico.
Mª Victoria Jiménez Conde