Edhasa. Barcelona (2000). 570 págs. 3.900 ptas.
Huyendo de la legendaria imagen tradicional de El Cid, el autor, tras una actualizada documentación histórica, da vida a Rodrigo Díaz señor de Vivar, infanzón castellano de la segunda mitad del siglo XI.
La historia es narrada por el escudero ficticio de El Cid, que reconstruye los treinta últimos años de la vida del héroe. El protagonista, prototipo de caballero de frontera, está inmerso en las luchas nobiliarias internas de los reinos cristianos y en las guerras contra los distintos reinos musulmanes. Para ello sirve con sus mesnadas tanto a los reyes cristianos de Castilla-León, como al taifa musulmán de Zaragoza. En una época de contradicciones políticas, de cambios religiosos, de innovaciones artísticas, el Cid lucha contra el destino por encontrar su propio espacio vital.
En la novela, priman los sucesos históricos fidedignos, tales como batallas o cambios dinásticos o artes de cetrería, en detrimento de lo novelado y literario. Al igual que en otra de sus novelas (El invierno de la Corona, Edhasa, 1999), el aspecto religioso es presentado como mero asunto político o fenomenológico, sin sentido trascendente alguno.
José Luis Matía