Siruela. Madrid (2000). 415 págs. 2.850 ptas. Traducción: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo.
La trayectoria literaria de Gaarder (Oslo, 1952) se inició con éxito en 1994 con El mundo de Sofía y ha alumbrado regularmente títulos con tres ingredientes básicos: una invitación a pensar, un público destinatario -y protagonista- preferentemente joven y una atractiva fórmula de escritura (mezcla de fantasía y realidad, estilo correcto y ágil, originalidad y una pizca de misterio).
Esta nueva entrega vuelve a abordar el sentido de la vida y la finalidad del universo, ahora bajo el prisma de la biología evolutiva; añádanse unas nociones de culturas esotéricas, unas pinceladas de teoría de la relatividad, unos análisis etnográfico-culturales de lo más variopintos (de las islas Fidji al tablao flamenco), unas notas de fantasía (como sapos que hablan), unas tediosas descripciones geográficas y una leve trama amorosa. Todo servido con la estructura tradicional de larga carta (e-mail en este caso).
La novela es inverosímil desde el punto de vista literario, y de un sinsentido tan antológico que ni siquiera el generoso deseo del escritor de transmitirnos toda su sabiduría almanaquera puede justificar.
Javier Cercas Rueda