Tan inclasificable como sorprendente, Ray Bradbury ha dado siempre quebraderos de cabeza a la crítica que se empeñaba en descalificar la ciencia-ficción, o la ficcionalidad futurista. Sin embargo, libro a libro (en especial con Crónicas marcianas y Fahrenheit 451), Bradbury demostró que no todos sus relatos van por los derroteros de máquinas del tiempo; y que iba a resultar difícil encontrar a otro que, libro a libro, adquiera con tanta maestría un estilo que combina el laconismo con la sugerencia más lírica.
Desde la mujer que comprende (con certeza inapelable) que cuando su marido se meta en el mar morirá, hasta la gallina que predice el futuro en sus recién puestos huevos, todos los elementos mágicos de esta antología de relatos tienen algo en común: su tranquila manera de mostrar lo sorprendente.