Planeta. Barcelona (2001). 320 págs. 2.950 ptas.
La canción de Dorotea, la cuarta novela de Rosa Regàs (1933), ha obtenido el Premio Planeta, que este año celebra su 50º aniversario. Escritora más bien tardía -su primera novela es de 1991-, Regàs ha estado vinculada profesionalmente al mundo editorial. En 1994 consiguió el Premio Nadal, también en su 50ª convocatoria, con Azul (ver servicio 31/94). El año pasado publicó Luna, lunera (ver servicio 184/99), una narración de tintes autobiográficos que planteó como un ajuste de cuentas contra la burguesía catalana de la posguerra. También ha escrito libros de viajes y de relatos y Sangre de mi sangre (Temas de Hoy, 1998), un personalísimo ensayo sobre la familia.
En La canción de Dorotea, Aurelia Fontana, una mujer ya madura, profesora de universidad, contrata a Adelita como guarda de la casa de campo donde vive su padre, en la provincia de Gerona. Aurelia vive habitualmente en Madrid, sin poder atender a su padre que está gravemente enfermo. Gracias a Adelita, que cumple sus obligaciones con profesionalidad, puede desentenderse tanto del cuidado de la casa como de la desagradable atención a su padre, con el que nunca tuvo buenas relaciones.
Aurelia siente una especial fascinación por la vida de Adelita. Responsable, cumplidora y compulsivamente mentirosa, Adelita esconde una doble vida que se irá desvelando poco a poco. Atrapada en una cadena de sucesos bastante absurdos, la protagonista descubre que Adelita utiliza el nombre de Dorotea para sus otras ocupaciones, vinculadas con la prostitución.
Esta turbia historia hace mella en el alma de Aurelia. En esos momentos, recuerda la expresión de su padre, quien decía que cada persona tiene que cantar una canción en la vida. La de Adelita la acaba de descubrir. ¿Y la suya? ¿Qué ha hecho hasta entonces? En su alma se instala la desazón, que agudiza el descubrimiento, y curiosamente los celos, de la oculta vida de Adelita.
La autora se empeña en fabricar un conflicto existencial utilizando la repulsiva fascinación que Aurelia siente por la vida de Adelita. Todas las situaciones están estiradas al máximo, lo mismo que el tema que se quiere narrar. Escrita de manera correcta, la novela demuestra el oficio de Rosa Regàs, pero la autora no consigue que tenga suficiente interés. Ni los desvaríos de Adelita, ni la inexplicable atracción erótica que Aurelia siente por Jerónimo, uno de los amantes de Adelita, alcanzan a tener vida propia. Tampoco la crisis existencial y sentimental de la protagonista, inverosímil y forzada al máximo, lo mismo que el final de la novela.
Adolfo Torrecilla